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    viernes, 20 de abril de 2012

    LA TRAMPA DEL "DESPILFARRO PÚBLICO"



    El debate ideológico surgido durante esta crísis económica tiene un claro vencedor, el neoliberalismo económico, aquel que curiosamente parecía enmendado y hasta herido de muerte. No lo afirmo como consecuencia de unos resultados electores tan esclarecedores como evidentes, con un Partido Popular aupado a una histórica mayoría absoluta. No a pesar del oasis de andaluz, sorpresa mayúscula con la que casi nadie contaba y que no puede ocultar una realidad incontestable que se refleja en las encuestas y en la calle misma: la sociedad española ha interiorizado por completo los clichés económicos de la derecha española. Los conservadores españoles, por extensión de la tésis que defienden las instituciones europeas, han logrado acomplejarnos de tal manera que el dogma del "despilfarro" de nuestra clase política ni se cuestiona. "Hemos gastado más de lo que podíamos y ahora hay que recortar". La fórmula aplicada con intencionalidad política sustituye ese "hemos" por "Zapatero", no descubro nada, es algo que sabéis y notáis en el día a día. Pero seamos "todos" o solo "un gobierno derrochador", la idea-fuerza del despilfarro, de un "estado del bienestar que no nos podemos permitir", se impone, y todos asentimos resignados. "Pues tienen razón". Esto sucede porque confundimos lo público con lo privado. Churros con merinas. Peras con manzanas. Nos falta mucha información, un relato más fiable de lo que nos ha pasado y por qué estamos donde estamos. Hay que aclararlo de una vez por todas y que no quede sombra de duda.

    El primer paso para que la socialdemocracia española levante la cabeza es precisamente negar la mayor de la tesis del "derroche público generalizado". No es cierto que hayamos vivido en un despilfarro generalizado en las instituciones públicas. La derecha ha logrado que expliquemos nuestro déficit público unicamente desde la perspectiva del gasto. Se utilizan ejemplos que el pueblo llano entiende y asume pero que pecan de reduccionistas, como comparar un Estado con una economía doméstica. Se impone la visión banal de que el déficit se genera unicamente por un exceso de gasto público; casi nadie pone el acento en el hecho incontestbale de que también se puede generar déficit por el desplome de los ingresos públicos. Ésto es precisamente lo que ha sucedido en mayor medida que una elevación descomunal de gasto público. Si acudimos a la fórmula del equilibrio o desequilibrio presupuestario (EP= Ingresos - Gastos) podemos aclarar mejor -y desmontar- ese estigma que nos dice que el gobierno anterior despilfarró dinero público a mansalva y de ahí todos nuestros problemas actuales. ¿Qué es lo que ha pasado realmente? Hasta 2008 España disfrutó de superavit presupuestario y presumíamos de tener las cuentas públicas más saneadas de Europa. ¿Qué pasó de 2008 a 2009? ¿Se gastó mucho más de un año a otro? No, el incremento no fue significativo ni explica semejante desfase presupuestario. ¿Entonces? Muy sencillo: estalló la burbuja inmobiliaria. Sus consecuencias explican el enorme déficit.

    Esa burbuja inmobiliaria que pinchó hizo que los ingresos que nutrían las arcas públicas de nuestras administraciones se desplomaran (IVA, IRPF, IBI, plusvalía, etc) mientras que los llamados estabilizadores autómaticos que se contabilizan como gasto (por ejemplo el derecho a cobrar paro) se dispararon consecuencia del aumento del desempleo. Esa bajada brutal de ingresos por el pinchazo inmobiliario sumada a la subida de los gastos del Estado en prestaciones por desempleo y otras ayudas públicas para combatir la crísis explican que pasáramos de superavit presupuestario a déficit. ¿Y qué dice la derecha de esto? Que ese déficit solo se debe al gasto público. Que fue por el Plan E (cita estrella). ¿Y qué responde el PSOE? Nada. Y así nos va. Basta con recordar y matizar algunas cuestiones al respecto. La primera es que el Plan E nació con el consenso y el apoyo de sindicatos y empresarios, repito, también de los empresarios, principalmente de Pymes y autónomos. Que el PP no votó en contra de dicho plan en el Congreso y que muy al contrario, los ayuntamientos populares fueron los primeros en "poner la mano". Que fueron los ayuntamientos quienes decidieron en qué gastar el dinero, no el gobierno central. Que algunos apostaron por cambiar aceras y otros por crear equipamientos deportivos o sanitarios. Y que con todo, se salvaron miles de empresas y se mantuvo el empleo a miles de trabajadores, autónomos y pequeños empresarios. Sí, toda obra pública es empleo temporal. Pero generó derecho a paro a miles de españoles a los que se les había agotado.

    Pero hay una cifra rotunda, absoluta, sobre el Plan E para los ayuntamientos, que nadie menciona, ni siquiera el propio PSOE. Ese supuesto despilfarro de dinero público apenas nos costó 0,5 puntos de déficit en 2009 y 0,3 puntos en 2010 (5000 y 3000 millones de euros). En 2009 cuando el déficit alcanza el 11% el Plan E de obra pública apenas explica un 0,5%. Casi lo que va a costar rescatar a la CAM. La explicación del despilfarro no se sostiene porque lo único que explica el déficit galopante es el desplome de los ingresos y el aumento de gastos automáticos y nuevos derechos como la ayuda a los desempleados sin prestación generados para reducir el impacto de la crísis en las clases menos favorecidas. Antes, durante y después del desplome inmobiliario seguimos siendo junto a Grecia y Portugal el país que menos gasto público tiene en Europa. ¿Qué hubo excesos desde lo público? Algunos, desde luego, pero puntuales, y la mayoría de los que se ven a toro pasado. Hoy no se haría el aeropuerto de Castellón, ni otras tantas cosas que, siendo innecesarias en una coyuntura como la actual, presupuestariamente no explican un déficit por encima del 11%, y, en cualquier caso, entonemos el "mea culpa" porque esas cobras fueron refrendadas por los ciudadanos cuando fueron preguntados en las urnas. ¿O nos hemos olvidado?

    Por lo tanto, es importante centrar el debate. No señores de la derecha, no señora Merkel, aquí no tenemos un problema de exceso de gasto público, muy al contrario, nuestra deuda pública es la más baja de Europa. Nuestro problema es de deuda privada, la contraída por particulares y empresas con la banca al calor de la burbuja inmobiliaria. Sería bueno recordar, como cura de humildad, que las administraciones públicas, siendo francamente mejorables, han gestionado su dinero 3 veces mejor que los particulares y empresarios de este país. La deuda pública no llega al 80% y la privada supera el 230%. El Estado por lo tanto tiene margen de maniobra para tirar de un sector privado que, sobreendeudado, está gripado. Por desgracia dependemos del "ok" de Europa. De la financiación de las instituciones europeas y del apoyo que recibamos del BCE.

    España debe digerir los excesos de la burbuja, y lo puede hacer por las malas (recetas de Merkel, la letra con sangre entra) o razonablemente, con plazos de reducción del déficit más sostenibles, con el desarrollo de eurobonos que permitan que el reino de España se financie a un interés asumible, y con inversión pública para reactivar la actividad económica. Este es el debate y no otro. Ahí el PSOE no está dando batalla. Rubalcaba prometió liderar la socialdemocracia europea pero no le escuchamos levantar la voz contra Merkel. Solo Hollande parece atreverse a poner los puntos sobre las "íes" a la canciller. Esa oposición timorata revestida de "sentido de estado" está diluyendo al PSOE. Es consecuencia de un grave error estratégico que he venido denunciando: los socialistas se pegaron un tiro en el pie eligiendo a Pérez Rubalcaba en Sevilla. Si seguimos por ese camino no tardaremos en ver a pensionistas defendiendo el medicamentazo o a profesores universitarios apoyando las subidas en las tasas universitarias. Los ciudadanos no visualizan una alternativa al PP. No ven al PSOE como algo diferenciado, como una opción distinta. Queda la resignación. La resignación del PSOE que se contagia y se extiende por toda España. Esa oposición responsable no solo no ayuda a España sino que debilita la única salida razonable que tiene la economía de nuestro país: la alternativa de una verdadera política socialdemócrata.

    PD: quiero darle 100 días al nuevo secretario general del PSRM antes de escribir mis primeras impresiones. Que se asienten y se acoplen, sin prisa pero sin pausa. De momento su visibilidad es nula y muchos empezamos a ponernos nerviosos. Como en Madrid andan todavía "ko" esperemos que aquí se pongan las pilas pronto. Ya habrá tiempo de comentar la primeros pasos públicos. Los estoy esperando. Solo deseo que tengan tino y acierto. Nos conviene a todos.

    PD2: sigo pensando que fue un error gastar prematuramente el cartucho de la huelga general. Las manifestaciones tuvieron una aceptación razonable pero no alcanzaron una fuerza suficiente como para convulsionar al gobierno. Yo hubiera esperado, la bola de la indignación conforme pasan las semanas se hace más grande.

    PD3: perdonad la tardanza en aparecer por aquí. Un abrazo :)