
En principio ni Rubalcaba ni Chacón. Se equivocan los socialistas si parchean el desastre electoral del pasado 20 de noviembre con una apuesta cortoplacista. El PSOE demostraría que no ha captado el mensaje de los ciudadanos y que el partido está definitivamente desconectado de la sociedad, como muchos militantes vienen denunciando desde hace algunos años. Los simpatizantes y desencantados esperan una enmienda a la totalidad y no se van a conformar con menos, no valen medias tintas. Enmendar no significa renegar del pasado, pues los errores nunca empañarán los grandes aciertos de estos 8 años en el gobierno, que los hubo, aunque no se defendieron con el merecimiento ni el acierto necesarios. Enmendar significa que este país necesita un cambio de ritmo en el partido que representa el "centro-izquierda" socialmente mayoritario, una regeneración de caras en favor de líderes que sean capaces de defender las reformas programáticas que renueven y refuercen a las socialdemocracias española y europea, ambas en crísis. El diseño de una reforma fiscal progresiva, lucha contra la corrupción y el fraude fiscal, la regulación del sistema financiero español europeo y mundial, anteponer la justicia social a influencias y presiones de los poderes económicos y financieros, la defensa de los intereses de los trabajadores, de los pequeños empresarios y autónomos, y de las clases menos favorecidas, la lucha por un Estado del Bienestar que se encuentra amenazado y en definitiva la defensa honrada de los principios elementales de la socialdemocracia europea. Muchas de estas propuestas pertencen a nuestro ADN y no será complicado ponerlas en común. Ese nunca será el problema. El problema será de credibilidad precisamente por los errores en nuestro pasado más reciente.
La nueva ejecutiva socialista tendrá el encargo ciudadano de aprender de esos errores y de rehacerse -casi reinventarse- contando con las bases, desde abajo, y abriendo el partido a la sociedad sin complejos; habrá que hacerlo desde ya, mientras enmendamos de puertas para dentro nuestros errores (trabajo interno) y compartimos púbicamente las lecciones extraídas de 8 años de gobierno (trabajo externo), en los que hemos conocido la verdadera cara del enemigo, el amargo poder de los mercados y la complejidad de las crísis económicas sistémicas. El PSOE tendrá el encargo de reaccionar y se le exigirá que lo haga rápidamente, sin perder un segundo de tiempo. Mal comienzo sería empezar el nuevo "partido" (la nueva legislatura) diciéndole a nuestros electores que sí, que tomamos nota de nuestros errores, pero que ponemos al frente de nuestro proyecto a los mismos directores de orquesta, al ex-representantes de la peor versión del "Zapaterismo". El personal ya no está para ejercicios de fe. Estaríamos dibujándonos como post Zapateristas o neo-Zapateristas, y eso no sería inteligente. Es tan importante ser creíbles desde el primer minuto -la primera impresión es la que cuenta- que un mal paso -o un paso que se quede corto- puede truncar la proyección de los socialistas en toda la legislatura, y puede que para otra más.
El PSOE necesita líder nuevo -fresco, dinámico, renovador, osado, atrevido- que represente una ruptura parcial con todo lo anterior, capaz de iniciar un proyecto desde cero, sin losas del pasado, sin el peso de una gestión criticable o mejorable que le corte el paso. Porque debe quedarnos muy claro, quien lidere al PSOE no solo tiene que liderar la socialdemocracia española, sino que tendrá que emerger y ejercer como el líder que pide a gritos la socialdemocracia europea. Este punto es importante. El nuevo secretario general tendrá que tener la autonomía, el coraje y la libertad de levantarse públicamente contra la tecnocracia conservadora europea y las decisiones políticas de Merkel. Tendrá que criticar la obsesión por la austeridad, denunciar que no se ha reformado el sistema financiero ni perseguido los paraísos fiscales, que el BCE necesita una reforma en profundidad y que nuestras economías necesitan estímulos monetarios y fiscales para superar la crísis. Este requisito inhabilita, insisto, totalmente a Rubalcaba y parcialmente Chacón, porque...¿por qué ahora sí y antes no? Este requisito inhabilita a todos los escuderos de Zapatero y miembros de su ejecutiva, porque...si el sistema fiscal es mejorable, si la austeridad no es justa, si es inmoral indultar a un banquero corrupto, ¿por qué no levantaron la voz antes?
Por lo tanto en teoría no valen ni segundas partes (Rubalcaba) ni líderes con poco peso y carisma (Chacón). Tampoco arribistas de última hora, expertos en poner piedras en el camino. Hace falta un líder sin complejos, capaz de enmendar el "Zapaterismo", y de liderar una Europa en crísis. ¿Existe esa persona? En el próximo Congreso de los Diputados no parece que esté, aunque se empeñen en que así sea, salvo sorpresas de última hora. No debe ser un problema -aunque fuese deseable- que el nuevo secretario general sea un diputado electo, importa acertar con la persona y personas. Lo importante es quien lidere y cómo, con el carisma, la valentía y el nuevo discurso, requisitos necesarios para que la socialdemocracia europea resurja de sus cenizas. Estamos pues buscando al "Milliband" español. A un líder que haga frente a Rajoy pero también a Merkel o a un próximo presidente republicano en la Casa Blanca. Porque el PSOE se juega volver al poder más pronto o más tarde. Por eso hay que empezar con buen pie, con guiños que esperan y gustan a los ciudadanos, por ejemplo una elección abierta a la militancia sin mesas de camilla ni contrapoder de los barones regionales, incluso abierta a simpatizantes al modo francés. Un debate profundo de los candidatos, público y notorio al modo americano. Una campaña limpia y llena de propuestas, y a poder ser de contrastes. Hay muchas formas de volver a enganchar a la gente con el proyecto socialista. Solo así la militancia recuperará la ilusión y el pulso. A pensar y a acertar.
El PSOE debe estar preparado porque a Rajoy la legislatura se le hará muy larga. Los ciudadanos necesitarán un líder en quien apoyarse y confiar como una nueva esperanza frente a la era de los recortes y la austeridad obsesiva. Los socialistas deben estar preparados para gobernar en cualquier momento. Sabremos si están en condiciones en febrero: si apuestan por un próximo presidente del gobierno o por un jefe de la oposición para una o dos legislaturas. Suerte.
La nueva ejecutiva socialista tendrá el encargo ciudadano de aprender de esos errores y de rehacerse -casi reinventarse- contando con las bases, desde abajo, y abriendo el partido a la sociedad sin complejos; habrá que hacerlo desde ya, mientras enmendamos de puertas para dentro nuestros errores (trabajo interno) y compartimos púbicamente las lecciones extraídas de 8 años de gobierno (trabajo externo), en los que hemos conocido la verdadera cara del enemigo, el amargo poder de los mercados y la complejidad de las crísis económicas sistémicas. El PSOE tendrá el encargo de reaccionar y se le exigirá que lo haga rápidamente, sin perder un segundo de tiempo. Mal comienzo sería empezar el nuevo "partido" (la nueva legislatura) diciéndole a nuestros electores que sí, que tomamos nota de nuestros errores, pero que ponemos al frente de nuestro proyecto a los mismos directores de orquesta, al ex-representantes de la peor versión del "Zapaterismo". El personal ya no está para ejercicios de fe. Estaríamos dibujándonos como post Zapateristas o neo-Zapateristas, y eso no sería inteligente. Es tan importante ser creíbles desde el primer minuto -la primera impresión es la que cuenta- que un mal paso -o un paso que se quede corto- puede truncar la proyección de los socialistas en toda la legislatura, y puede que para otra más.
El PSOE necesita líder nuevo -fresco, dinámico, renovador, osado, atrevido- que represente una ruptura parcial con todo lo anterior, capaz de iniciar un proyecto desde cero, sin losas del pasado, sin el peso de una gestión criticable o mejorable que le corte el paso. Porque debe quedarnos muy claro, quien lidere al PSOE no solo tiene que liderar la socialdemocracia española, sino que tendrá que emerger y ejercer como el líder que pide a gritos la socialdemocracia europea. Este punto es importante. El nuevo secretario general tendrá que tener la autonomía, el coraje y la libertad de levantarse públicamente contra la tecnocracia conservadora europea y las decisiones políticas de Merkel. Tendrá que criticar la obsesión por la austeridad, denunciar que no se ha reformado el sistema financiero ni perseguido los paraísos fiscales, que el BCE necesita una reforma en profundidad y que nuestras economías necesitan estímulos monetarios y fiscales para superar la crísis. Este requisito inhabilita, insisto, totalmente a Rubalcaba y parcialmente Chacón, porque...¿por qué ahora sí y antes no? Este requisito inhabilita a todos los escuderos de Zapatero y miembros de su ejecutiva, porque...si el sistema fiscal es mejorable, si la austeridad no es justa, si es inmoral indultar a un banquero corrupto, ¿por qué no levantaron la voz antes?
Por lo tanto en teoría no valen ni segundas partes (Rubalcaba) ni líderes con poco peso y carisma (Chacón). Tampoco arribistas de última hora, expertos en poner piedras en el camino. Hace falta un líder sin complejos, capaz de enmendar el "Zapaterismo", y de liderar una Europa en crísis. ¿Existe esa persona? En el próximo Congreso de los Diputados no parece que esté, aunque se empeñen en que así sea, salvo sorpresas de última hora. No debe ser un problema -aunque fuese deseable- que el nuevo secretario general sea un diputado electo, importa acertar con la persona y personas. Lo importante es quien lidere y cómo, con el carisma, la valentía y el nuevo discurso, requisitos necesarios para que la socialdemocracia europea resurja de sus cenizas. Estamos pues buscando al "Milliband" español. A un líder que haga frente a Rajoy pero también a Merkel o a un próximo presidente republicano en la Casa Blanca. Porque el PSOE se juega volver al poder más pronto o más tarde. Por eso hay que empezar con buen pie, con guiños que esperan y gustan a los ciudadanos, por ejemplo una elección abierta a la militancia sin mesas de camilla ni contrapoder de los barones regionales, incluso abierta a simpatizantes al modo francés. Un debate profundo de los candidatos, público y notorio al modo americano. Una campaña limpia y llena de propuestas, y a poder ser de contrastes. Hay muchas formas de volver a enganchar a la gente con el proyecto socialista. Solo así la militancia recuperará la ilusión y el pulso. A pensar y a acertar.
El PSOE debe estar preparado porque a Rajoy la legislatura se le hará muy larga. Los ciudadanos necesitarán un líder en quien apoyarse y confiar como una nueva esperanza frente a la era de los recortes y la austeridad obsesiva. Los socialistas deben estar preparados para gobernar en cualquier momento. Sabremos si están en condiciones en febrero: si apuestan por un próximo presidente del gobierno o por un jefe de la oposición para una o dos legislaturas. Suerte.