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    miércoles, 29 de febrero de 2012

    DIAGNÓSTICO: DEPRESIÓN MAYOR EN LA IZQUIERDA SOCIAL ESPAÑOLA



    Acabo de llegar de la manifestación convocada por los sindicatos en protesta por la reforma laboral (29/02/2012) y no me he resistido a compartir algunas impresiones con vosotros. Es cierto que la asistencia ha sido aceptable en términos numéricos pero me ha sorprendido que el ambiente entre la multitud ha sido frío, muy frío, bastante desangelado. Parecíamos como ese equipo amateur que sale al campo a jugar contra todo un Barça o Madrid, sin alma, esperando que corra el tiempo y que el arbitro pite el final del partido. La manifestación se asemejaba a una procesión de semana santa y por momentos quienes portaban pancartas y carteles parecían cargar con cirilos y cruces, deambulando casi en silencio, con desorden, sin una mueca de fuerza y convicción en sus rostros. Y es que la izquierda española, en todos sus ámbitos, está desorientada, y en shock. Permanece bloqueada principalmente porque sus líderes naturales, los sindicatos y el PSOE, han decidido meter la cabeza en el agujero. Aún despues de congresos y reuniones varias, pululan noqueados y sin respuestas ante la nueva coyuntura social y económica que se nos presenta. Unos y otros apuestan por las mismas recetas, los mismos proyectos, las mismas estructuras, los mismos líderes, para responder a una realidad significativamente distinta. La izquierda responde a las ansias de renovación de su electorado no renovándose y eso logicamente hace mella en la moral de una tropa que no confía en su fuero interno aunque trata de insuflarse ánimos hacia fuera, muy artificialmente, y sin éxito. Como dije, hay que tener más moral que el Alcoyano para creer en el PSOE de Rubalcaba, y en la resurrección de los sindicatos. Y nos hacen falta, mucha falta, unos y otros.

    Es muy significativo advertir como mientras esa derecha rancia y neoliberal se quita la careta, desnuda todas sus miserias y nos devuelve en dos meses a principios de los años 80, la izquierda no remonta el ánimo, ni se agita, todo lo contrario, profundiza en su depresión. No es esperable que las encuestas reflejen aun desgaste alguno en el gobierno, no pido imposibles. Me preocupa el tono, el músculo de la oposición política y social cuando apenas hemos empezado a sentir las curvas y "el cacharro" ya no parece aguantar dos meneos más. La reforma laboral representa la mayor patada a los derechos laborales de los trabajadores de este país en toda nuestra historia democrática y de por sí, siendo una calamidad objetiva, debería representar un estímulo notable para impulsar una nueva y verdadera respuesta progresista a la crísis. Es un buen punto de anclaje para un nuevo proyecto, desde luego. Muy pocos partidos en la oposición tienen la "bendición" de recibir un gobierno cuyas primeras medidas sean subir impuestos, sangrar a las clases medias, y cargarse el Estado del Bienestar. Y vienen más medidas impopulares, de ese tipo que son capaces de cargarse la progresión y la imagen de un ejecutivo en menos que canta un gallo.

    Pero las cosas no son tan sencillas, sobre todo cuando esa izquierda se empeña en el inmovilismo, y en la oposición de sillón, de guante blanco. Rubalcaba, el de los 110 diputados, el de los rescates a la banca, y el que no se atrevió a poner en marcha una reforma fiscal progresista o a atajar los desorbitados sueldos de los banqueros, es la viva imagen de lo que representa "tirar la toalla" durante 4 años. Pero es que no puede hacer mucho más. No sería creíble que hiciera lo que no se atrevió a hacer cuando practicamente era el presidente del gobierno en la sombra. Todavía tenemos que sufrir, de vez en cuando, la humillante sensación de que el PP nos parte la cara en algunos consejos de ministros, aunque sea con esa calderilla populista que se utiliza para amortiguar la dureza de otras medidas. El PSOE pudo apostar por una cara menos desgastada y por un proyecto más abierto y valiente, pero no lo hizo. Y lo está pagando y lo pagará. Porque una derrota como la del 20-N debería haber agitado profundamente la estructura caduca de un partido como el socialista. Era la ocasión perfecta para aprovechar el impulso que representaba la decepción de los millones de progresistas que dieron la espalda al partido, la excusa para enmendar de cabo a rabo el proyecto socialdemócrata y hacerlo más parecido y fiel a lo que esperan de nosotros los votantes socialistas.

    Sin embargo hoy tenemos un partido en el que solo los más fieles se ven reflejados. Yo mismo me miro en el espejo del PSOE post congresual y no me veo; no veo nada, solo atisbo el reflejo de un fracaso colectivo que los socialistas se han empeñado en revivir. "No a la elección abierta del secretario general", pues muy bien, allí se queden ustedes con sus chiringuitos, hasta que no les quede nada. No han comprendido nada. Mientras tanto disfrutamos de una pintoresca "no-imagen", la de la ausencia del secretario general de los socialistas en las manifestaciones contra los mayores recortes en los derechos laborales de nuestra historia reciente. Pablo Iglesias estaría orgulloso, muy orgulloso de él. Luego sacamos las estampitas y repetimos la frasecita de Pablo, y como si nos hubiesen confesado y perdonado los pecados. El líder de ese PSOE renovado y renovador no está ni se le espera. Manda a dar la cara a su número 2, o al 4, o al número 10, y con eso basta. Él está donde estaba antes del 20-N, en la oposición útil, dando sermones de responsabilidad y sentido de estado, desde su despacho y el escaño, donde él cree que debe estar, pero dando la espalda a la nueva realidad social, que es la calle.

    Por otro lado tenemos a unos sindicatos cuya imagen social no llegaría a igualar los 110 diputados de Rubalcaba, que ya es decir, pero ni con esas hacen un amago de renovación. Si el PSOE está fuera de servicio, los sindicatos dejaron de estarlo hace unos años. En parte por errores propios, en parte por el "buen trabajo" de la derecha económica y social española, empeñada en destrozar su imagen e influencia. Los sindicatos están empezando a darse cuenta de que ya no tienen capacidad de movilización y lo que es peor, precisamente de influencia. Su trabajo encomiable en el día a día en defensa de los trabajadores ha sido eclipsado por sus defectos estructurales y por las infamias vertidas en su contra. Tan hundidos están que tienen miedo de tomar cualquier decisión por evidente que sea y titubean hasta con el slogan de una puñetera pancarta. Por momentos incluso da la sensación de que el Partido Popular no teme una huelga general, sino que la desea, porque jugaría a su favor cara a la opinión pública. Los sindicatos deberían renovar a sus líderes, muy desgastados, para empezar a reconstruirse de arriba a abajo, y de abajo a arriba, bidireccionalmente. Poner a punto su caduca forma de organización. Sus métodos de presión e influencia. Deben purgar los excesos en sus filas, que también los tienen. Aclarar publicamente sus cuentas, dotar de mayor transparencia sus movimientos, en definitiva, deben abrir sus ventanas para que entre aire fresco, si es que quieren recuperar la confianza de la ciudadanía.

    Los millones de afectados por la reforma laboral todavía no perciben la gravedad de lo que les puede acontecer en cualquier momento. Un despido más barato, una bajada de sueldo, una nueva función, un nuevo horario, un traslado forzoso. Pero más pronto que tarde conocerán esas consecuencias y su rabia y frustración se desatarán. No solo se desorientarán, si no que desesperarán. El problema es que aunque pensarán en castigar a Rajoy, no tienen a donde agarrarse, una alternativa viable en la que poder creer y aferrarse con esperanza. Tienen a Rubalcaba, a Candido Mendez, y a Toxo. Sin duda tres buenos "profesionales" de lo suyo, cuyo trabajo y mérito puede que sea incuestionable para muchos, pero desde luego, convendremos que no son las personas más adecuadas para impulsar el cambio de ritmo que se requiere en la izquierda española mientras el PP exhibe su mayoría absoluta y controla todas las administraciones del Estado. Si sumamos a Cayo Lara la postal es de broma si a su vez reconocemos que la base social que ha abandonado en las urnas a la izquierda es basicamente esa juventud desnortada que ha perdido la fe en la política. Con razón muchos empiezan a caer en los cantos de sirena de los "magenta". Es lo único que les queda ya por "probar".

    Con un PSOE empecinado en arrugarse, con unos sindicatos desactivados, y con una derecha campando por todo el país, parece que la única esperanza es que un grupo de jóvenes prenda la chispa de algo. Ese algo puede significar violencia, disturbios, heridos y hasta muertos. Esos chicos tendrán que agitarse de la única forma que conocen ya que sus representantes naturales en la izquierda se desentienden formalmente de sus inquietudes adoptando una postura cómoda, conservadora, de responsabilidad social. Si esta posición ayudara en algo, bienvenida sería, pero no evitará el cabreo de la gente, lo acrecentará. Esa pobre gente no tiene un líder que grite contra los ajustes, ni que clame contra Merkel, ni que sea capaz de unirse a ellos en una puñetera manifestación. Nadie que les lidere pacificamente, y que les ofrezca una salida política a sus frustraciones, una voz en el parlamento. Nadie que arriesgue. Nadie que levante la voz. Nadie que quiera romper el circulo económico y social que la tecnoestructura europea nos ha impuesto. Zapatero no tuvo margen, pero en la oposición lo tenemos y no lo podemos desaprovechar. Cuatro años por delante dan mucho de sí pero es importante empezar con buen pie. Por eso no valen soluciones intermedias. No vale con presentar dentro de dos años a Patxi o a fulanita; el secretario general del PSOE debe dar la talla desde el principio, estar a las duras y a las maduras, y su líder y candidato no puede pretender llegar cuando solo queden las cenizas para recoger el premio. Por eso no sirve de nada que os cuente lo pésimo que es el gobierno del PP, lo reaccionarios que son, el daño que van a hacer a nuestro país. Solo hay que leer las noticias y te das cuenta. No podemos cambiar sus ideas y sus modales. Pero podemos cambiar las nuestras y solo eso hará la diferencia a nuestro favor.

    Hay un triunviriato (PSOE - UGT -CCOO /Rubalcaba - Méndez - Toxo) que deprime más si cabe a la izquierda española. Un partido y unos sindicatos que no logran conectar con la calle, con los parados, con los pequeños empresarios, con los trabajadores de este país. Mientras que no se reconozca esta realidad y la consiguiente necesidad de renovación y cambio en estas organizaciones no habrá reacción ni recuperación electoral, y el PP seguirá cosechando mayorías por la indefensión aprendida de un electorado decepcionado. Si no se gira ahora, "cuando hay que plantar para después recoger", no servirán de nada las promesas de cambio ni los volantazos a mitad de camino. Diréis que las organizaciones han decidido. Yo pido que los derrotados y los que no pudieron presentarse a los congresos, sigan hablando. Que no batallen con sus secretarios generales pero que batallen con el PP. Los progresistas españoles necesitamos atisbar un líder, o una líder, una esperanza en el horizonte. Que alguien levante la voz y diga algo diferente, valiente, atrevido, estimulante, por lo que merezca la pena salir a la calle emocionados a luchar. Que alguien plantee un discurso alternativo, aunque sea a titulo personal, aunque sea en representación de una corriente interna.

    No nos pleguemos a la mediocridad del "más de lo mismo" ni nos resignemos con una sola voz por disciplina. El cambio no termina con un congreso cerrado en falso, y absolutamente decepcionante en sus conclusiones y resultados. Queremos seguir escuchando a Chacón, a Antonio Quero, y a cualquier líder socialdemócrata que pueda granarse una pizca de credibilidad. En el partido y en los sindicatos. Esas voces discordantes deben hablar. Convulsionar. Dirán que se daña al partido, al sindicato, a la organización. Será la señal de que hay que apretar más porque se resisten a abandonar el barco los que hace muchos años debieron dejarlo. Pero esas voces nos les atacarán a ellos ni al partido, solo les dejarán en evidencia. El objetivo es el PP. Es recuperar el gobierno y proseguir con la modernización económica y social del país. Reconozcámoslo. Los ciudadanos ya no escuchan a estas organizaciones en sus actuales condiciones, con sus actuales estatutos, con sus actuales líderes. Que emerjan otros. No serán zancadillas, serán las semillas de la victoria. Nos estamos jugando nuestro futuro y el de nuestros hijos. Mucha gente está sufriendo y está al límite. No podemos conformarnos con esta oposición de pacotilla que desmerece a sus bases, a sus militantes, y a todos los electores que esperan de ellos mucho más de los que se les ofrece.

    sábado, 11 de febrero de 2012

    TRADUCCIÓN DE LA REFORMA LABORAL DEL PARTIDO POPULAR



    (Click sobre las tablas para ampliar su tamaño)













    Es importante conocer en profundidad la reforma laboral aprobada por el PP porque es extremadamente grave, sin duda, la mayor agresión jamás cometida contra la clase trabajadora. Esta es su traducción gracias a laborospain. Sería importante que proximamente alguien pueda elaborar una tabla en la se compare la última reforma laboral del PSOE y ésta del PP. Cunde en la calle la sensación de que son similares, pero no es así. Ahora con perspectiva podremos ver que la reforma aprobada por Zapatero era mucho más equilibrada y sensata de lo muchos pensaron. Solo hay que ver que la CEOE está exultante y satisfecha, es la reforma que ellos hubiera redactado. Con la de Zapatero no dijeron lo mismo.

    Seguiré ampliando.

    PD: Rajoy nos receta directamente Despidifrén:

    miércoles, 8 de febrero de 2012

    UNA REFLEXIÓN TRASCENDENTE



    Una rápida reflexión sobre el próximo Congreso del PSRM. Pongámonos en una hipótesis ideal, casi idílica. Imaginemos que los socialistas murcianos elijen un candidato que convence e ilusiona a la militancia. Con buenas dotes de comunicación y un equipo potente a su lado. No pensemos en nombres, imaginemos que saldrá ese candidato ideal que cubrirá nuestros deseos políticos más intimos.

    ¿Créeis que con todo, y a pesar de todo, el PSRM seguiría sin crecer, o se relanzaría? Pensadlo bien porque incluso acertando, no parece claro.

    La situación socio-económica de nuestra región es muy muy complicada. Y la ausencia de pluralidad informativa hace casi imposible que sobreviva otra opción política que no sea el PP.

    El "quién" lo decidirán los delegados para el Congreso, y ahí no podemos hacer nada nosotros (los no militantes). Es muy importante acertar pero me preocupa casi tanto o más el "día después".

    Este puede ser un debate interesante, espero vuestras ideas como siempre.

    lunes, 6 de febrero de 2012

    EL 38º CONGRESO DEL PSOE DA LA ESPALDA A LOS MILITANTES Y SIMPATIZANTES SOCIALISTAS


    Después del 38º Congreso del PSOE mis sensaciones no pueden ser peores. Me gustaría deciros otra cosa, escribir y compartir con vosotros que el pasado fin de semana se optó por el camino correcto, que se tomaron las decisiones adecuadas para que este partido recupere gran parte del apoyo electoral que ha perdido. Honestamente no puedo expresarme en esos términos ni puedo engañaros ni engañarme a mí mismo. Dudaba si publicar o no este artículo. Podría omitir mi opinión. Podría callarme y “hacer piña”. Pero no sería yo, y en realidad, no sería leal ni conmigo ni con el partido. Y menos aun con vosotros, mis lectores. Por eso tengo que decir, aunque me duela, que el Congreso Socialista no pasa la prueba del algodón. Que los delegados se han equivocado, bajo mi punto de vista, en la elección del secretario general. Que despreciaron a millones de simpatizantes y militantes socialistas boicoteando y errando en la votación más trascendente que se debatía en esa cónclave para el futuro del partido. Que la ejecutiva es continuista y poco integradora a pesar del valor innegable de algunos de sus integrantes. Creo, honesta y sinceramente, que el PSOE ha dado un paso en falso. O dos. Que sale del Congreso más debilitado que fortalecido. Y que estas decisiones, a mi modo de ver equivocadas, las pagaremos donde más nos duele: perdiendo apoyos en la calle y en las urnas. En este artículo pretendo argumentaros por qué pienso de esta manera.

    La mayoría de los 957 delegados reunidos en el Congreso finalmente apostaron -aunque ajustadamente- por el proyecto de Alfredo Pérez Rubalcaba, el cabeza de cartel y candidato que cosechó el peor resultado electoral de los socialistas en 30 años; de aquello apenas hace dos meses. Su elección es en sí un mensaje demoledor para los 4 millones de desencantados que dejaron de apoyar el proyecto socialista español en las pasadas elecciones. Es puro sentido común reconocer que -a poco que seamos honestos con nosotros mismos- los votantes y ex votantes socialistas no esperaban esta respuesta del Congreso socialista, sino otra bien distinta. Puede resultar irónico y hasta cruel si lo pensamos fríamente, pero el hecho es que los delegados han retratado fielmente el estado actual del partido. La respuesta socialista -así se titulaba la reunión- es decirle a millones de progresistas que sí, que han captado el mensaje y que por eso les ofrecen el mismo líder y el mismo plantel que se les dispensó el 20-N. Que tienen que creer en nosotros porque sí: en las mismas caras, en los mismos líderes, en los mismos dirigentes que generaron precisamente su desconfianza. Como si los Laboristas británicos hubiesen reelegido a Gordon Brown. Sé que el análisis de la derrota es más complejo y que es injusto personalizar. Pero nadie puso una pistola en la sien de nadie para que se presentara y asumiera la carga de una derrota "cantada". Ahora la carga está ahí -unos la llevan más que otros- y pesa demasiado en algunos líderes para impulsar el partido: es el caso de Rubalcaba.

    La sensación generalizada de frustración que percibo por el resultado del Congreso responde básicamente a la convicción de que no hay razón para pensar que lo que no funcionó entonces -insisto, hace tan solo dos meses- pueda funcionar ahora o en el futuro. Habrá quien diga que Rajoy perdió dos veces y luego ganó. Pero ni sus derrotas tuvieron la magnitud de la debacle sufrida por el PSOE en las pasadas elecciones ni los votantes socialistas se pueden equiparar a los votantes del Partido Popular. Ellos podrían presentar como candidato a un hombre de paja o a una fregona con sombrero y sacarían los mismos 10 millones de votos. Nosotros para bien o para mal nos movemos en otros parámetros. Necesitamos un estímulo, una ilusión, una reacción, tanto en las formas como en el fondo. Aunque ese cambio al principio sea débil, inconcluso. Es frustrante para muchos, entre los que me incluyo, ver cómo aquellos que representaron el pasado fin de semana al partido apuestaron por la fría figura del buen gestor, cuando lo que necesita esta organziación es remover emocionalmente a las bases del partido. Rubalcaba ya era un buen gestor y un brillante parlamentario el 20 de noviembre, y el resultado fue desolador. Lo que los ciudadanos nos demandaban era otro perfil, otra "posición".

    Pero en el 38 Congreso hubo “respuestas” mucho más dolorosas que la elección de un secretario general pública y socialmente amortizado. Es muy significativo que no se haya atendido la demanda más importante y crucial que se exigía dentro y fuera del partido: que el secretario general fuese elegido directamente por la militancia, "un militante, un voto". Ese nuevo PSOE, renovado y joven ha respondido, sin embargo, que NO. Que naranjas de la china. Tengo la impresión de que los delegados pensaron -en general- más en sus intereses, en su futuro, que en el de su partido. Muchos tenemos la convicción de que así ha sido. Al final parece que pesó y mucho el vértigo que suponía una candidata que defendía que los secretarios generales pudieran ser elegidos directamente por toda la militancia, incluso por un núcleo de simpatizantes, fuera del control previo de los cargos orgánicos y la influencia de las ejecutivas y los caciques del partido. Se ha optado por el "statu quo", pues muy bien. Pero no es esa la fragancia de cambio que necesitaba el PSOE, es el mismo olor a naftalina de una estructura oxidada, que se mantiene enrocada y encantada de conocerse. A partir de este gesto -en realidad "no gesto"- no puede ser creíble ninguna promesa de cambio en una organización y una ejecutiva que no se quiere adaptar a las nuevas realidades sociales del momento. Lo tenían “a huevo” y ni con esas han acertado.

    Una cosa ha quedado clara y la parte positiva es que el personal se ha retratado. Podemos concluir que a los delegados “Rubalcabistas” les gusta el sistema actual, que se sienten más cómodos y protegidos donde fluyen con naturalidad las mesas de camilla. Que me perdonen los descarriados por esta generalización, pero es lo que defendía su candidato. El secretario general seguirá siendo elegido por delegados ungidos en esos chiringuitos de intereses y poder llamados "agrupaciones locales", previo escaneo de las ejecutivas regionales. Es un filtro inaceptable aunque se nos quiera vender que las urnas son libres y que todos están invitados a participar. En algunas agrupaciones, en algunas localidades, en algunas zonas, es incómodo ejercer libremente el voto por muy secreto que sea. Era justo abrir esa espita, era necesario. Ahora que no nos vendan la moto del cambio. Solo por ese gesto de desprecio a los militantes y simpatizantes el 38º Congreso se podría tirar directamente a la basura. Han dado la espalda, mayoritariamente, a una militancia numerosa, deseosa de una democratización más intensa en su organización. Pero mucho más grave es que han dado la espalda a esos 11 millones de españoles que potencialmente simpatizan o pueden simpatizar con el partido socialista. Este desaire se notará en futuros comicios y hasta en las encuestas.

    Si el candidato no ilusiona ni aporta un avance significativo que refuerce las posibilidades del partido, la ejecutiva elegida tampoco representa adecuadamente el resultado de una votación tan ajustada. Sea por decisión del ganador o de la perdedora, la composición de la ejecutiva denota que el partido sale más roto y desunido de lo que entró el viernes por la tarde. Los que están prefieren rodearse de los suyos, desconfiando de sus compañeros-rivales; y los que no están no quieren acercarse porque no parecen dar un duro por los que se quedan. Y así, Rubalcaba, un parlamentario de 60 años, a quien 4 millones de desencantados dijeron "no" hace apenas dos meses - por la crisis, por la mala herencia, pero también porque no le creyeron cuando quiso enmendarse a sí mismo- , el mismo Rubalcaba que se opone a una decidida apertura del partido a la sociedad…resulta que ese perfil se vende y se va a vender a partir de ahora como una renovación, como el nuevo impulso del socialismo español. A dos meses de unas elecciones andaluzas que pintan mal, muy mal.

    Hay otro análisis significativo. El éxito o el fracaso del Congreso se pueden medir analizando la reacción del resto de fuerzas políticas. Me consta que en Génova respiran con alivio porque entienden que el nuevo secretario general está quemado y amortizado cara a la opinión pública. Temían más la incógnita y la ilusión de renovación que representaba Chacón a pesar de su menor cintura política y experiencia: Chacón y quienes la acompañaban iban a ser mucho más beligerantes y podían conectar mejor con una calle que está a punto de incendiarse. En CIU también se frotan las manos porque saben que Rubalcaba perdió el 20-N gran parte de su "punch", y de rebote, se congratulan por el fracaso de una líder catalana que, aunque derrotaron, temen y respetan. IU y UPyD por su parte parecen encantados y reconocen en privado que el PSOE ha apostado por meter la cabeza en el agujero y que serán los grandes beneficiados. Todo esto es muy sintomático. Está el arco parlamentario tan complacido y aliviado con los resultados del Congreso socialista que han recibido con exquisita deportividad al nuevo secretario general. Si le temieran, las críticas habrían sido feroces desde el primer minuto.

    A partir de esta apreciación, surge el debate de si el PSOE ha perdido más apoyo por el centro o por la izquierda. Ciertamente comparto que el PSOE ha perdido el poder por una importante fuga de votos por el centro, y que ésta se explica por la crisis económica. Solo se recuperará ese nicho tratando con cariño a las clases medias, y como he subrayado reiteradamente, con un discurso cercano a los autónomos y las Pymes, que en realidad, tienen tanto de empresarios como de trabajadores. Sin embargo ese resurgimiento debe iniciarse recuperando prioritariamente el terreno perdido por la izquierda, porque es la base social del partido, su fuerza. Solo cuando tengamos cubierto ese flanco, podremos conquistar el centro, que vendrá servido en bandeja por el descontento que generará el Partido Popular entre las clases medias con sus respuestas a la crisis. Lo que puede suceder con la apuesta de Rubalcaba -ni frío ni calor- es que a nuestra izquierda siga comiéndonos terreno una IU que se agitará en la calle con los sindicatos, y por el centro una UPyD que alcanzará insospechados límites de populismo, con los consiguientes réditos electorales.

    ¿Pero acaso la otra opción era preferible? Carmen Chacón era una opción francamente mejorable no cabe duda -me hubiese gustado que Antonio Quero hubiese llegado al Congreso- pero al menos representaba una opción de cambio efectivo, con mayor recorrido, y con mayores posibilidades de prosperar. Solo su imagen generaba un impulso, un cierto "rollo" de cambio, de avance. Carmen Chacón apostaba por una regeneración de mayor calado –ella sí defendía atender la principal demanda congresual-, con una mejor conexión con los movimientos sociales y los sindicatos, la esperanza de una reconexión con la juventud y una decidida apuesta por una renovación profunda en lo económico que iba un paso más allá respecto a las propuestas de Rubalcaba. Su discurso fue excelente –recomiendo su lectura- pero se eclipsó por usar un tono desagradable, gritón, que no casaba bien con la profundidad de sus palabras. Y es que el PSOE, como defendía su candidatura, no necesita cambios tranquilos, necesita cambios decididos, urgentes, tanto en las formas como en los contenidos. Cuando has perdido 4 millones de votantes y tienes 110 diputados no hay cambio tranquilo que valga. Recordemos el último “cambio tranquilo”, fue Joaquín Almunia. No salió bien. José Bono también era el cambio "tranquilo" y "seguro" frente al renovador Zapatero. Como sucede actualmente con Chacón, hubo quien dijo en su momento que Zapatero era frívolo, inexperto y hasta bobo. Menos mal que se eligió la opción arriesgada (el frivolo de Zp). Y es que medias tintas no valen para el electorado socialista. Tampoco soluciones de transición.

    En los simpatizantes –votantes en definitiva- no pesa solo "el que" o "el cómo" sino "el quien". Siempre he pensado que el cambio en las ideas nace o perece en quien las defiende, desde ese mismo momento. Lo primero que el receptor percibe no es el contenido del mensaje sino el continente; "el quién" es en realidad la primera palabra de ese mensaje y surge sin necesidad de abrir la boca. El votante se mueve esencialmente por sensaciones, primeras impresiones, simpatías, por una conexión emocional con el candidato. Son pocos los que por tiempo o formación profundizan en la magnitud de las propuestas, la mayoría se sienten abrumados por los programas electorales. Por eso siempre se dice que basta un buen candidato -que conecte emocionalmente con sus electores potenciales- con 2 o 3 buenas propuestas para ganar unas elecciones; con 2-3 ideas fuerza, no más. Por eso era imprescindible renovar las caras en el Congreso -no todas claro, pero sí los primeros espadas- para hacer creíbles los cambios en los discursos. Nadie se creerá esas promesas de renovación, o las nuevas ideas-fuerza, por profundas que sean, si las defienden aquellos que hace dos meses defendían otras distintas desde la primera línea: el ciudadano solo verá en ello una incongruencia fatal. ¿Quién se va a creer a Pérez Rubalcaba hoy si no se lo creyeron hace pocas semanas? Las menciones del secretario general electo a revisar el Concordato con la Iglesia son el ejemplo de que los experimentos con gaseosa no funcionan. ¿Por qué no llevó la propuesta en su programa electoral hace dos meses cuando tuvo la oportunidad?

    Lo siento pero los socialistas no salen del Congreso con la sensación de que "se está en el camino" para volver a Moncloa, o que se ha conseguido una renovación convincente. La ilusión brilla por su ausencia. Solo hay que mirar los cientos de foros y comentarios en la red, previo descarte de los “trolls”, para ver como el militante de base y el simpatizante se siente decepcionado, casi desinteresado por el resultado. Y si bien Chacón no generaba entusiasmo, sí generaba una expectativa, una ilusión, una chispa que podía prender. Porque se necesita "creer antes de ver" para movilizar. ¿Cómo creer en un candidato que cosechó semejante derrota, una derrota que todavía tenemos muy fresca en la memoria? ¿Cómo creer en un partido que se enroca para protegerse de un caudal de potenciales militantes y simpatizantes deseosos de aportar? ¿Cómo motivarse con una apuesta inmovilista y perdedora cuando la derecha está campando a sus anchas? Hay que tener más moral que el Alcoyano.

    En conclusión. Respeto el voto de los delegados. Creo que es legítimo, y nos guste más o menos es el que es y hay que aceptarlo. Hay que felicitar a Rubalcaba, y a todo su equipo, y desearle mucha suerte. Siempre será una opción mejor que la que representa Rajoy, mucho mejor. Pero tengo mi opinion. Si el objetivo es descabalgar al Partido Popular creo que no se ha apostado por un caballo ganador. En ese sentido para mí el Congreso ha sido profundamente decepcionante. Si los apoyos de Rubalcaba ganan, además, los congresos regionales, la apuesta inmovilista se extenderá a esas federaciones. En el horizonte el cónclave del PSRM, que no anticipa precisamente ningún movimiento ilusionante. De la misma manera que Rubalcaba a estas alturas puede cantar misa o prometer la luna sin ningún resultado, ningún cambio de discurso será creíble en un PSRM liderado por una cara "conocida", sea un barón del partido, un diputado o diputada currante, o un patrocinado por acuerdo de las familias cainitas. Y es que aburren y me aburren las promesas de cambio en proyectos e ideas cuando no vienen acompañadas de cambios en las personas y los equipos, consecuencia de la necesaria generosidad de quienes estaban en primera línea, liderando las anteriores ideas, las que se pretenden enmendar y modular para responder a una nueva realidad y a los nuevos tiempos en el partido.

    Esas promesas que se quedan a "medio camino" no me las creo y menos se las va a creer alguno de los 4 millones de desencantados. Queda mucho PSOE por hacer.

    PD: como siempre pido disculpas anticipadas por quien se pueda sentir ofendido por algunas generalizaciones que a veces, para expresar algunas ideas, se ponen encima de la mesa para hacer entender mejor un mensaje. Soy consciente de que incluso dentro de un mismo grupo homogeneo de opinión hay matices. Lo siento.