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    viernes, 26 de agosto de 2011

    ¿QUÉ HEMOS HECHO PARA MERECER ESTO, SEÑOR RUBALCABA, SEÑOR ZAPATERO?



    La reforma de la constitución que fija el equilibrio presupuestario y el control del déficit público ya está aquí. PSOE y PP han acordado entre otras cuestiones asumir el déficit anual que marque la Unión Europea a cambio de renunciar a fijar una cifra concreta en el articulado. Decir la Unión Europea es tanto como decir Alemania, que tiene marcado un déficit de 0,35% en su constitución. Es decir, la cifra realmente permitida - que se fijará en una ley orgánica- estará poco más por encima, con lo que perdemos definitivamente una valiosa herramienta fiscal contracíclica, y desde luego, ya no se podrá incurrir en un déficit de dos dígitos, como el que sacó a España de la recesión económica hace casi un año. ¿Qué hubiese sido de nosotros si en 2009 el mundo no hubiese tirado de déficit, cuando los halcones del neoliberalismo estimulaban su economía y pedían un tiempo muerto en la aplicación de las reglas del capitalismo? Estaríamos en una depresión económica y en un corralito financiero nacional y mundial. Peligros que por cierto vuelven a rondarnos por las políticas de austeridad impuestas desde Alemania y que los republicanos pretenden en EEUU. La reforma constitucional asumida por los socialistas españoles es tanto como reconocer que la socialdemocracia no sirve y que Keynes es un pelacañas funcional. Que la derecha europea tiene razón. Que hay que anteponer déficit, deuda o inflación a crecimiento económico, empleo y justicia social. La socialdemocracia puede coyunturalmente hacer un sacrificio y aplicar una política de ajuste -consecuencia de la llamada crísis de deuda- pero otra cosa bien distinta es grabar a fuego en nuestra carta magna el recetario económico del Partido Popular. Por ahí no podemos pasar si pretendemos seguir llamándonos socialistas o socialdemócratas.



    Zapatero ya no tiene defensa. Muchos hemos entendido el esfuerzo que ha hecho -a costa de su propia imagen y la de su partido- por salvar al país de las garras del rescate financiero. Por ello algunos irreductibles que entendemos la buena voluntad del presidente hemos apoyado algunas medidas -duras pero imprescindibles- para luchar contra el déficit. Son imprescindibles y necesarias no porque sean las adecuadas sino porque nuestros socios y las instituciones supranacionales que mantienen nuestra solvencia en pie nos las exijen. Pero esas instituciones se equivocan: la austeridad nos lleva a la recesión de nuevo y posteriormente a la depresión económica. Alemania y Francia ya están en crecimiento nulo -datos del segundo trimestre- y EEUU no anda mucho mejor. Solo una nueva ronda de estímulo económico salvará al mundo de una nueva tormenta financiera. Lo dicen señores de la talla de Nourini o Krugman. Y si bien Zapatero debe gobernar lo que le resta y torear con las directrices que le imponen "desde arriba", Rubalcaba está fuera del gobierno. De él se esperaba que liderara la socialdemocracia en España y por extensión en Europa. No lo ha hecho ni lo va a hacer. Sorprende y decepciona. Decepciona y sorprende. Destrozar las siglas y la alternativa al PP -que no es otra que el PSOE- para años es tan temerario como dejar escrito en nuestra constitución el dogma neoliberal. Está bien pensar en un país por encima del propio partido; pero la integridad y supervivencia de un partido como el PSOE es también muy importante para el devenir del país. No es inteligente que un partido se inmole por su país a dos meses de las elecciones, cuando se sabe que la reforma no calmará a los mercados -por lo anteriormente dicho- y porque la única consecuencia será que el amado país quedará en manos -por muchos años- de la derecha económica y conservadora que representa el PP, desprovistos además de un discurso de oposición creíble y diferenciado a los ojos de los ciudadanos.



    Esperábamos liderazgo en Rubalcaba pero está decepcionando. Alguien debe hacer frente a Merkel y a los halcones del neoliberalismo. El problema ya no es de deuda o de déficit. Quizá lo fuera hace 3 meses pero los mercados ya no castigan los déficits sino las pobres perspectivas de crecimiento económico, la incapacidad para generar ingresos y las altas tasas de paro. Esto se ve claramente cuando constatamos que con un déficit del 11,2% pagábamos por nuestra deuda un interés menor que con un déficit cercano al 6%, cuando cumplimos a rajatabla los límites marcados anualmente por Bruselas. Más tarde o más temprano los grandes pensadores de este engendro se darán cuenta de su error. Porque habrá que tirar de deuda pública de nuevo. Porque el BCE tendrá que regar de nuevo el sistema financiero -y sobre todo a los Estados- de dinero, poniendo en marcha la máquina de fabricar dinero. Estimular de nuevo las economías hasta que salgan de su anemia y reducir el déficit, no vía reducción de gastos, sino por medio de los ingresos -vía aumento de la recaudación- derivados de la consecuente inflación, provocando la devaluación del euro para hacernos más competetivos y favorecer nuestras exportaciones. Los eurobonos constituyen la otra pata irrenunciable, el dique definitivo para frenar la crísis de deuda, pero Alemania se opone. ¿Nadie va a levantar la voz, ni siquiera el "rejuvenecido" candidato? Hay una alternativa económica viable que alguien debe defender en Europa. Zapatero está preso de las circunstancias pero Rubalcaba está liberado de responsabilidades y tiene poco que perder -pues su derrota es practicamente segura- para liderar ese nuevo proyecto, para levantar la voz. Pero no lo hace ni parece que lo vaya a hacer. No solo invalida una posibilidad de victoria sino que bloquea la futura oposición al gobierno de Rajoy. Es una decisión torpe a corto plazo, a medio plazo y a largo plazo.



    Un socialista puede aparcar sus principios temporalmente por el bien común, por fuerza mayor, consecuencia de una coyuntura de urgencia económica acuciante; pero nunca puede renunciar a ellos - y por escrito- de por vida, porque entonces ya no será socialista ni socialdemócrata, se llamará otra cosa. Y en esas circunstancias nos encontramos millones de personas, militantes y simpatizantes. ¿Qué somos ahora? La solo idea de ejercer de palanganeros de las políticas de Aznar, Bush, Merkel o Rajoy me produce una enorme tristeza. No había necesidad alguna de hacernos el harakiri cuando quedan un puñado de sesiones en un parlamento que en un mes se disolverá. Lo podían haber dejado en manos y en la responsabilidad de los futuros ganadores y ejercer, ahora sí, liberados del todo del peso del gobierno, una verdadera oposición socialdemócrata que ilusione, contagie y despierte al resto de fuerzas políticas del mismo signo en toda Europa. Si Rubalcaba cree que con el maquillaje de última hora ha salvado el barco de la deriva se equivoca. Queda la vergonzante maniobra para eludir un referendum, para burlarle la voz a la ciudadanía española. Toda su campaña a la basura: tanto gesto y acercamiento al 15-M para nada. Aprobar semejante atrocidad por la puerta de atrás y de espaldas a la ciudadanía es indefendible. Hacerle la cama al PP es absolutamente despreciable. No se entiende.

    Señor Rubalcaba. ¿Y ahora con qué cara los simpatizantes y militantes socialistas vamos a defender este proyecto?