
Sigue la izquierda española empeñada en dar oxígeno al gobierno de Mariano Rajoy. Si el PSOE dió la espalda a los ciudadanos progresistas de este país en el 38º Congreso de Sevilla, ahora UGT y CC.OO se hacen el "harakiri" convocando una huelga general improcedente en el contexto de una durísima coyuntura económica y social como la actual. A imagen y semejanza de los socialistas, los sindicatos no entienden los nuevos tiempos, el "nuevo campo de juego" donde tienen que librar sus batallas. Si a estas alturas los sindicatos no han interiorizado ya que la fórmula de una huelga general no funciona, es que la izquierda está más noqueada de lo que pensaba y advertía en anteriores artículos. Solo basta reconocer que el Partido Popular está encantado con la huelga del día 29: tendrán munición para enterrar a los sindicatos, y de rebote al PSOE, al que harán corresponsable del fracaso. Las encuestas nos dicen que la ciudadanía tampoco está a favor de esta convocatoria. ¿Qué señales necesitan nuestros sindicatos para renovarse y entender la nueva realidad social de este país?
La convocatoria no es conveniente y además es precipitada. La sociedad española no apoya que en estos momentos se paralice el país, y los sindicatos no se pueden permitir imágenes de piquetes tratando de boicotear el derecho al trabajo. Se mire como se mire la huelga no es una decisión inteligente; en esta coyuntura de crísis hay que aprender a presionar con inteligencia, no con fuerza bruta. Es preferible y mucho más inteligente organizar una recogida de firmas a lo largo del país en contra de la reforma laboral; mesas informativas en todas las ciudades, en centros de trabajo, centros comerciales, grandes avenidas, incluso centros de formación profesional e institutos. Manifestaciones puntuales, concentraciones en lugares estratégicos, una web donde se denuncien casos de personas y colectivos afectados por la reforma laboral, etc. Hay formas bastante más inteligentes y elegantes de presionar y convencer, que montar una huelga general que no tiene la simpatía de los ciudadanos. Ni siquiera la fecha elegida es adecuada. ¿Por qué antes del día 30 y no después para aprovechar el descontento ciudadano por los recortes de los PGE? ¿Por qué ahora que se acaba de aprobar la reforma laboral y no dentro de unos meses cuando los perniciosos efectos de la reforma sean visibles a todos?
En conclusión. Los sindicatos se equivocan con la convocatoria de una huelga general. No han aprendido nada de fracasos anteriores. Ya no funcionan los métodos de presión sindical de siglos pasados.
La convocatoria no es conveniente y además es precipitada. La sociedad española no apoya que en estos momentos se paralice el país, y los sindicatos no se pueden permitir imágenes de piquetes tratando de boicotear el derecho al trabajo. Se mire como se mire la huelga no es una decisión inteligente; en esta coyuntura de crísis hay que aprender a presionar con inteligencia, no con fuerza bruta. Es preferible y mucho más inteligente organizar una recogida de firmas a lo largo del país en contra de la reforma laboral; mesas informativas en todas las ciudades, en centros de trabajo, centros comerciales, grandes avenidas, incluso centros de formación profesional e institutos. Manifestaciones puntuales, concentraciones en lugares estratégicos, una web donde se denuncien casos de personas y colectivos afectados por la reforma laboral, etc. Hay formas bastante más inteligentes y elegantes de presionar y convencer, que montar una huelga general que no tiene la simpatía de los ciudadanos. Ni siquiera la fecha elegida es adecuada. ¿Por qué antes del día 30 y no después para aprovechar el descontento ciudadano por los recortes de los PGE? ¿Por qué ahora que se acaba de aprobar la reforma laboral y no dentro de unos meses cuando los perniciosos efectos de la reforma sean visibles a todos?
En conclusión. Los sindicatos se equivocan con la convocatoria de una huelga general. No han aprendido nada de fracasos anteriores. Ya no funcionan los métodos de presión sindical de siglos pasados.