¡BIENVENIDO, MR. BASSI!

Leo Bassi es una deliciosa bocanada de aire para la Región de Murcia. Su llegada ha sido una especie de bendición para una tierra que huele a quemado, a choriceo y especulación; donde el ladrón es amparado, y el necesitado es ninguneado por un poder fáctico fanático que "resuelve" y "revuelve" a su interés, al margen del de los ciudadanos. Aquí, donde se hacen procesiones a la cárcel de Sangonera y se ofrecen misas por el alma de los corruptos encarcelados, se hace necesaria la urgente intervención no solo de jueces, fiscales y policías, sino del mundo de la cultura, históricamente vanguardista en la denuncia social.

Esta pequeña comunidad autónoma, situ en el sureste español, se ha convertido en el paraíso de la inmoralidad y la indecencia, ejemplo protitipico de cultura neocon, de corte neofranquista, productora de ciudadanos envilecidos. Tan anestesiados estamos, que el víl ataque al derecho a la libertad de expresión topa con la casi absoluta indiferencia de una sociedad putrefacta, que ampara el chuleo de este elemental derecho constitucional, que recordemos, nos costó sangre, sudor y lágrimas conquistar hasta la muerte del dictador Francisco Franco. ¿Qué sucede en la Región de Murcia que los ciudadanos, salvo una minoría que resiste, da la espalda a derechos sociales, laborales y fundamentales, mientras apoyan los negocios turbios y las privatizaciones de los sinvergüenzas de turno? ¿Por qué nadie protesta por los sueldos y las rentas más bajas de España, los deficiencias en la sanidad y la educación o por los flagrantes casos de corrupción a manos de nuestros dirigentes políticos?

Hacen falta ciudadanos valientes, bufones, payasos, artistas, políticos, periodistas, que se atrevan a llamar a las cosas por su nombre, personas honestas que se jueguen la cara por los ciudadanos honestos, en un lugar recondito cuyos gobernantes representan los peores valores de una sociedad civil secuestrada por las mentiras de los censores, los fuegos artificiales de los corruptores y las palabrejas de los embaucadores que emergen de los poderes heredados. Los medios de comunicación están comprados, los sindicatos subvencionados y los colectivos sociales no afines arrinconados. ¿Qué nos queda?

Para colmo tenemos una oposición frágil, dócil, acomplejada, obsesionada con los palos recibidos en las urnas. Dirigentes que se mueven en lo políticamente correcto para no hacer peligrar sus sueldos y sus cargos. Tendrán problemas de conciencia, porque si no, no se entiende esa mano izquierda con los corruptos, del partido que sean, del color que representen. El PP, sin lugar a dudas, ha conseguido bombardear todas las estructuras de nuestra sociedad, incluida la oposición política. ¿Aprenderán de Bassi y sacarán el orgullo y el coraje que nos merecemos los murcianos?

Por eso la llegada de un bufón italiano, maestro del teatro, levanta pasiones en la izquierda; por su caracter decidido y comprometido con las causas sociales y la defensa a ultranza de los débiles; por su pico de oro y valor a la hora de encarar las injusticias. Leo Bassi podría presentar mañana una candidatura a la presidencia de la Región o fundar un partido político, y sin lugar a dudas, sangrar a la patética oposición que representan socialistas y comunistas. La izquierda social murciana necesita muestras de "pulso" en sus representantes: coraje, decisión, valentía, juego duro. Alguien que lidere valores en peligro de extinción como la honradez, el trabajo, la innovación, la creatividad, el respeto, la pluralidad. Personas que denuncien las injusticias, aunque sea políticamente incorrecto. Líderes de masas, líderes de opinión, alguien capaz de emocionar, de hacer aflorar sentimientos en los demás.

Leo Bassi encarna esos valores irreductibles; dispensa honradez y huele fresco, muy fresco. Cree firmemente en lo que dice y lo defiende hasta las últimas consecuencias, con credibilidad, hasta el final. Por ello provoca auténtico "canguele" en los acólitos de la derecha más extremista y fundamentalista, como él la suele llamar, fóbicos de la libertad de expresión, temerosos de perder su artificial decencia delante de un payaso, desnudo con la única ayuda de su coco y su irreverente verborrea. El Partido Popular teme las rupturas del guión; tiene pavor a las improvisaciones; vive continuamente atormentado a pesar de sus victorias en las urnas, porque saben que antes o después su estructura se oxidará: la tela es muy fina y que en cualquier momento se puede romper. Bassi es un elemento con el que no contaban, les "descoloca" su frescura. No todo iba a ser la plácidez de la Asamblea, queridos dirigentes del PP.

Leo, en Murcia, de fundamentalismos, sabemos mucho. Aquí el obrerito, el jubilado pensionista y el joven precario es, son, fundamentalistas "neocon", por obra y gracia del "agua para todos", la utilización más planificada de "engaño masivo" que se ha producido en nuestros cortos años que democracia. Votan a gobernantes deshonestos (del partido que sean) que juegan con el derecho a una vivienda digna, que hacen negocios con sus necesidades y legitiman la corrupción. El pobre defiende al rico especulador y asume la ideología neoliberal que nos ha llevado y llevará al desastre. Leo, lo que la política no ha conseguido (abrir los ojos a la gente), debe lograrlo la cultura.

Murcia necesita cirugía emocional. Se ha convertido en un nido digno de estudio sociológico donde los ciudadanos son los siervos complacientes y agradecidos de un grupito empresarios del ladrillo que se han hecho de oro a base de esquilmar espacios naturales, defraudar a hacienda y menudear sociedades con los políticos del agua. Una sociedad que ha perdido el norte y los principios. Por eso, nos hacen falta bufones, personas atrevidas y con coraje, para levantar la moralidad perdida y retomar la senda de la decencia, la honradez y los valores éticos.

Bienvenido a esta tierra. Nos hacías mucha falta Leo.