CORRUPCIÓN DE PERSONAS VERSUS CORRUPCIÓN DE PARTIDO
Cuando salta a la opinión pública un caso de corrupción el chascarrillo siempre es el mismo: "todos los políticos son iguales, todos los partidos son corruptos". Es casi un slogan machacón, populista y facilón que suelen utilizar con bastante cinismo muchos ciudadanos, y con especial énfasis, aquellos simpatizantes y estómagos agradecidos que se niegan a condenar de forma expresa y sin paliativos la corrupción. Algunos personajes llegan incluso a afirmar, sin sonrojarse ni atragantarse, que "para que roben otros, que roben estos", que total ( y en efecto volvemos al chascarrillo) "todos son iguales".
¿No es exasperante escuchar, leer, presenciar semejantes estupideces? Todos los políticos no son iguales, más que les pese a los pillados "in fraganti". Tampoco, por mucho que se empeñen algunos sinvergüenzas, robar es un acto legítimo y humano ("como el alcalde ha traido mucha riqueza al pueblo, normal que tenga su pizca"), la corruptela es una actuación que no entiende de matices, robar, estafar, es deplorable por la razón que sea, no hay justificación. Porque de la misma manera que hay que cumplir una ley igual para todos, que por ejemplo castiga el maltrato o el asesinato, la corrupción está estipulada como un grave delito, y por lo tanto, debemos, como sociedad, levantarnos y gritar en voz alta "no a la corrupción" igual que decimos "no a la violación" o "no al asalto de viviendas". De lo contrario, nos habremos convertido una sociedad putrefacta y analfabeta, sin valores ni principios. En este sentido estamos muy cerca de rebasar los límites en la Región de Murcia. En España y Europa ya empiezan a conocernos por algo más que por los tomates de Mazarrón y la Costa Cálida, y eso, es una pena.
La primera cuestión a la hora de plantear una reflexión serena sobre el tema sería sacar del debate, extirpar, el populismo paleto de la calle, y así afirmar, honestamente, que la inmensa mayoría de nuestros políticos y representantes ejercen su labor ejemplarmente, y , que en cualquier caso, las "ovejas negras" son minoría y excepción, como ocurre en todas y cada una de las profesiones y oficios que nutren nuestra sociedad. ¿O acaso no existen médicos negligentes, abogados corruptos o fontaneros que cobran en negro y no declaran a hacienda? ¿O acaso ninguno de nosotros ha tirado de la influencia de un amigo para sacar algún rédito aunque sea tan mundano como el no tener que hacer cola para entrar en una discoteca?
A veces olvidamos que nuestros políticos son personas, como usted y como yo. No son extraterrestres ni tienen un ADN diferente. En cualquier caso, sus debilidades no son políticas, sino humanas. A veces, por ventajismo y envidia, olvidamos que aunque el sueldo de un político es bastante generoso, su responsabilidad es superior a la nuestra y el cargo, mucho mayor. Mientras que un trabajador medio tiene un horario de 8 horas, un alcalde tiene que estar a disposición de su pueblo las 24 horas del día. Si hay un problema a las 3 de la madrugada, tiene que levantarse y hacer acto de presencia.
El político es el representante legítimo de los ciudadanos (elegido por los mismos para ejercer una responsabilidad que ellos delegan), lo que conlleva ventajas pero tambien inconvenientes. ¿Quién querría cargar con ese peso si no fuese por una retribución significativa? Los sueldos son altos porque de lo contrario, nadie querría dar la cara por un solo vecino. Tenemos que reconocer que en muchas ocasiones, los políticos nos hacen la vida fácil y nos sirven de algo. Dignifiquemos la política, porque es una labor loable y respetable, por muy bien pagada que esté. No seamos populistas, no seamos demagogos.
La segunda cuestión, despues de puntualizar la primera, es el debate sobre las responsabilidades políticas de los partidos en los casos de corrupción. Es lo que yo denomino la dicotomía "corrupción de personas versus corrupción de partido". ¿En qué se diferencia la una de la otra? ¿Cómo identificar al político corrupto y/o al partido corrupto? Sería conveniente estudiar las características de ambas opciones, con el fin de que el ciudadano inquieto, esté capacitado para sacar sus propias conclusiones, y así, poder elaborar un juicio más justo y realista acerca de las corruptelas que asolan nuestra geografía nacional. Porque es cierto, corrupción hay en todos los partidos. Pero, ¿cómo reaccionan los partidos a la corrupción? ¿Cómo reaccionan los cargos imputados? ¿La respuesta es la misma o es diferente dependiendo de las siglas? ¿Qué dicen los estatutos y cómo se aplican esos estatutos en lo referido al ejercicio de la labor política de los cargos públicos?
La corrupción de "personas" la conocemos bastante bien, pues nos es familiar y además, su mecanismo es sencillo de entender: un listo que mete la mano. Políticos sin escrúpulos que se enriquecen ilícitamente aprovechando la categoría de su cargo público. Es el "alcalducho" que se cobra unas comisiones o el funcionario que firma un proyecto ilegal a sabiendas. Actuaciones claramente marcadas en la esfera individual y que causan estupor y vergüenza (por lo normal) en las siglas que esas personas representan.
Estas conductas corruptas tienen como respuesta natural e inmediata la expulsión del cargo y la condena expresa de la organización. Sin paliativos, sin demora. La masa social del partido se convierte en una masa crítica, que censura las actuaciones corruptas y exige responsabilidades. Existe, en las organizaciones que luchan contra la corrupción, una conciencia arraigada, el convencimiento de que la corrupción no es deseable, ni ética ni moralmente. No es pues una práctica respaldada, no existe tolerancia alguna. Las medidas disciplinarias se aplican sin que tiemble el pulso y se extirpa el cáncer de la organización. Y es que las personas no somos fiables al 100%. Porque nadie, ninguna organización sea política, empresarial o sindical, está exenta de toparse con sinvergüenzas o de tener miembros que caen en la tentación. La corruptela se cierra pues con las expulsión y/o expediente del corrupto, a modo personal, sin que el partido político quede manchado. Hasta aquí la explicación sencilla sobre la corrupción de personas (sin corrupción de partido), no hacen falta más explicaciones.
La corrupción de "partido" tiene unas características diferenciales, muy peculiares, que van mucho más allá. Las actuaciones corruptas de los cargos que representan las siglas del partido no son respondidas con la condena rotunda desde la organización. No se establecen medidas disciplinarias inmediatas, a veces ni siquiera después de evidencias tan sustanciales como el hecho de que el político haya sido enviado a prisión. Los compañeros y miembros de la organización, en su mayoría, apenas se sienten avergonzados, no hay indignación, no se condena taxativamente la conducta del corrupto, lejos de esto, se justifica de las formas más variopintas. No solo se "tolera" el cohecho, la malversación, la prevaricación, es que casi se trata como una conducta "común" o como algo inherente al cargo.
Muy sospechoso. Así, se protege a los corruptos, por muy presuntos que sean, no tomando medidas disciplinarias (aunque sean temporales) ni mucho menos procediendo con una expulsión o baja del partido. Se prefiere, se opta, por poner a disposición de los imputados todos los medios disponibles y necesarios para salir a su rescate. Abogados, periodistas afines y otros "especialistas" son puestos en guardia para tapar los huecos: y que nadie se mueva, todos a "una". La organización se pone entonces a disposición de los presuntos corruptos. Se produce un "enroque". No se admite ni siquiera la posibilidad de que las imputaciones sean ciertas (al menos cara a la opinión pública)
En las organizaciones que no se tolera el choriceo masivo se produce una consecuencia que es significativa, diferencial: los cargos imputados, a veces, hasta dimiten por sí solos. En un partido enrocado ante la corrupción, no dimite nadie. Los primeros apuestan por dar bajas temporales de militancia, hasta que un juez limpie el honor. Los segundos estiman que no es necesario. Entonces, la batería de propaganda se pone en marcha. Hechos que requieren mínimas complicaciones, bastaría con condenarlos y aplicar las medidas disciplinarias que se establecen en los estatutos del partido, se convierten en una profusión de mentiras, medias verdades, manipulaciones informativas, y balonazos barriobajeros que llaman la atención por la enorme planificación con la que se llevan a cabo. Son como teclas que se mueven al unisono, desde diferentes esferas, y que se movilizan para defender el honor del corrupto. Muy sospechoso.
Se culpa entonces a la Justicia (más sospechoso), argumentando que está politizada. Se echa mierda sobre la "oposición" o los "denunciantes", culpándoles del daño que han hecho al municipio (zafiedad total). Se pone en duda la labor de la Policía, de la Guardia Civil. ¿Se imaginan el caos que se formaría si dudásemos los ciudadanos a cada momento de cualquier detención que hagan nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado? Los violadores, los atracadores, los maltratadores, harían palmas con las manos. Pero los partidos que amparan la corrupción, tampoco tienen respeto por las instituciones, o solo lo tienen cuando las actuaciones afectan el vecino político. Y entonces sí, el Estado de Derecho funciona, aunque intermitentemente para ellos.
La presunción de inocencia es entonces manoseada hasta la extenuación, pero es solo una estrategia, no es una convicción. Y me parece legítimo sin embargo que se use, porque así lo dice nuestro ordenamiento jurídico. Sin embargo, si uno estudia la trayectoria y la manera de proceder cuando los casos de corrupción afectan a otros partidos, se cae la caseta a pedazos. Por un lado, repasando la hemeroteca, se puede recordar como esos mismos políticos llegaron al poder prometiendo contundencia contra la corrupción; incluso en la memoria quedan propuestas de "expulsión inmediata si...". Las palabras se las lleva el viento, pero no es lo más escandaloso. La estrategia queda poco creíble cuando, tras la detención de un político "rival", has aplicado un rasero que luego eres incapaz de aplicarte en casa propia. Cuando exiges la dimisión de un cargo de otro partido, incluso cuando pides que se retiren las competencias de un ayuntamiento de otro "color", lo sensato y lógico sería actuar de igual manera con los cargos corruptos propios. No es el caso para las organizaciones que amparan la corrupción.
La corrupción de partido no entiende de sentido común, ni asume sus propias reglas, ni respeta sus estatutos. Por cantidad y frecuencia, el espectador puede intuir sin mucho esfuerzo que las conductas corruptas no son imputables simple y unicamente a las personas que a titulo individual las cometen, algu huele mal, hay una sensación de impunidad generalizada, siciliana. Basta con hacer un seguimiento mínimo querido lector. Sería entendible, incluso loable, que en algún caso, un partido ponga la mano en el fuego por un compañero imputado, que nieguen o incluso defiendan su honor quemándose por él. Lo que mosquea, lo que huele mal, es que esa actitud sea tomada en todos y cada uno de los casos, no cuadra que no se permita una mínima duda o intransigencia incluso cuando los hechos delictivos, aunque no hayan sido juzgados, son tan evidentes que duelen a la vista. Que la norma sea atacar a la Justicia y enrocarse con sinvergüenzas que se sabe han metido el cazo, es lo que realmente toca la moral. Es lo sospechoso.
Todos los partidos tienen manchas en sus expedientes. Dicen, que porque el poder corrompe. Unos actúan con contundencia por norma, aunque cuenten con algunas excepciones o agujeros difíciles de comprender, no digo que no. Pero entienden, al menos en un nivel superficial y aunque solo sea por estética, que la corrupción no es deseable; entienden que el partido no debe dar cobijo a los corruptos. La detención o el encarcelamiento en consecuencia lleva por norma a la expulsión, ipsofacto. Otros partidos sin embargo son tibios, muy tibios. La "excepción" no es el apoyo a un cargo corrupto, más bien es la "norma". No se lucha contra la corrupción, no se le otorga importancia, se banaliza, algo que sería escándaloso en cualquier país vecino. Porque si los partidos, que son las organizaciones que nos representan, no luchan contra la corrupción. ¿Quién va a hacerlo? ¿Qué mensaje se lanza a la sociedad? Y entonces, ¿qué puede ocultar una organización para no "aplastar" políticamente un cargo corrupto, un desviado del grupo que ha metido la mano? Muy sospechoso.
Juzguen ustedes mismos cada vez que salga a la opinión pública un caso de corrupción. Observen minuciosamente la reacción de los partidos políticos. Eso les dará pistas razonables para sacar conclusiones. La corrupción de personas es fácil de extirpar si hay una mínima voluntad. La justicia hace su trabajo, juzga, condena o absuelve. Los partidos políticos que luchan contra la corrupción, aún con algunas lagunas en sus expedientes, nada temen, pueden expulsar, expedientar y tomar decisiones sin que les tiemble el pulso y la conciencia. Pero aquellos que no actúan así, los que se muestran cautos y condescendientes...¿qué temen? Esa es la característica de la corrupción de partido que más da que pensar. Porque si se amparan ciertas prácticas es quizá, porque son generalizadas y están bendecidas por la cúpula directiva, ¿puede ser?. Porque, quien sabe, detrás puede emerger una financiación ilegal del partido, por poner un solo ejemplo. Por la razón que sea, se impone el "vamos a taparnos todos que viene el frío" y eso, es en mayúsculas una vergüenza. Es una merienda de cacos que no se puede tolerar.
Querido lector, le vuelvo a insistir. Observe, atentamente, las reacciones políticas a los casos de corrupción. Son la muestra de que lo que tiene que venir, de lo que va a llegar, y de lo que nos vamos a enterar. Antes o después lo entenderemos todo. Que nadie diga que no se había percatado de nada "sospechoso", el peor ciego es el que no quiere ver. El ciudadano que tolere la corrupción, que la defienda y que la legitime, que no se queje de que un ladrón entre por la ventana, porque la misma legitimidad tendría para hacerlo. Las sinvergonzonerías, en época de vacas flacas, tocan especialmente las pelotas. Mientras miles de ciudadanos ingresan en el paro, mientras miles de jóvenes están ahogados por sus hipotecas, mientras nuestro territorio ha sido esquilmado, nuestras ciudades convertidas en avisperos, nuestra sanidad abandonada y nuestra educación despretigiada por falta de inversiones, mientras usted pasa tantos apuros, algunos listos se lo han llevado calentito delante de sus narices. Y lo peor, parece que amparados por organizaciones que representan a millones de ciudadanos. Es escándaloso.
¿Despertamos?
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