CON RUBALCABA, HAY PARTIDO
Las encuestas de intención de voto reflejan un panorama desolador para los socialistas semana tras semana, y los pronósticos parecen acercar a Mariano Rajoy a la presidencia del gobierno, mientras la figura de Zapatero se desvanece entre el descontento de su propio electorado. Si bien es general la percepción de que los socialistas sufrirán un importante desgaste electoral en las elecciones autónomicas y municipales de mayo, quedan aun por despejarse dos incognitas a corto-medio plazo, muy decisivas para el futuro del partido: conocer la magnitud del castigo tras el 22-M, y dilucidar si ese castigo tendrá continuidad en las elecciones generales de 2012. Hay teorías para todos los gustos al respecto: quienes dan por ganador a Mariano Rajoy, incluso con mayoría absoluta; y quienes aún atisban ciertas posibilidades de reacción para el PSOE. En cualquier caso, como todos intuímos con mayor o menor convicción, los escenarios "a priori" pueden variar si los partidos saben mover bien sus piezas, en política, meses, semanas, días, dan para mucho, casi como los segundos en un partido de baloncesto. Con Zapatero y Rajoy en el subsuelo de la valoración que tienen los españoles de su gestión política, no sería sensato ni que los unos se dieran como ganadores absolutos ni que los otros bajasen los brazos en señal de derrota, porque no todo el pescado está vendido, ni mucho menos. Algunas claves importantes hay que señalar al respecto.
La distancia en las encuestas entre los dos grandes partidos, entre 10 y 15 puntos, no se traduce en un significativo trasvase de votos del PSOE al PP. Mientras la fidelidad en el voto de los populares supera el 80%, en el caso de los socialistas apenas supera el 50%, con Zapatero de candidato. Los indecisos representan una porción todavía importante, rondando el 25%. Y los partidos minoritarios recogen migajas en el peor momento para las grandes marcas, principalmente para el PSOE, pero el efecto del voto útil volverá a estar encima de la mesa cuando se acerque la fecha de las urnas, sobre todo por el escaso perfil y carisma de los candidatos alternativos. Zapatero y Rajoy están peor valorados que nunca, y nos encontramos en un escenario donde el electorado exije un cambio. ¿Pero qué cambio? En las encuestas aún no se dislumbra que ese cambio deba materializarse en un cambio de siglas, sino de líder. Esto nos lleva a concluir que el votante socialista no está pensando en votar a Rajoy sino que está desmovilizado, desilusionado y con un ánimo de derrota inevitable, mientras que el votante del PP está movilizado y con la certeza de que "la victoria es segura". Este escenario puede cambiar y en Génova lo saben. En Ferraz, confían en ello, a pesar de temer la magnitud del desgaste por la crísis.
Un primer análisis debería centrarse en si esa desmovilización en los socialistas corre a cargo de la marca "Zapatero" o de la marca "PSOE". Según las encuestas, la fidelidad en el voto socialista aumentaría alrededor de 20 puntos con un cambio de candidato, lo que demostraría que es la marca del presidente del gobierno la que resta puntos a las expectativas del PSOE y que el electorado aún estaría dispuesto a confiar en este partido, pero con otro líder a la cabeza. Caso similar aunque menos dramático de partida para el líder de la oposición, que si bien no parece restar tanto para su marca, tampoco suma apoyos, incluso la valoración que tienen de él sus votantes y simpatizantes deja mucho que desear y no garantiza una victoria solvente en las urnas. Hasta ahora el PSOE aguantaba la moral en base a que Zapatero salía mejor parado (valorado) en las encuestas que Rajoy, pero ese escenario ha cambiado, a un empate técnico. El PP por su parte aspira a ganar por asfixia del rival, castigado por el peso de la crísis económica, y por el deterioro de su líder y secretario general, en horas bajas, y practicamente amortizado, según considera una mayoría de pesos pesados y barones de su propio partido, que ansían, como agua de mayo, su relevo o renuncia a encabezar el cartel electoral socialista. Con ello pretenden evitar que las elecciones del 22-M sean un plebiscito "Zapatero SÍ, Zapatero NO".
La primera batalla por la sucesión la han dado precisamente los barones socialistas, quienes en privado (y algunos en público como Barreda) verbalizan que la figura del presidente puede arrastrar las expectativas electorales socialistas en las comunidades y municipios que elegirán representantes en apenas dos meses. Han pedido por activa y por pasiva a Zapatero un gesto en forma de renuncia explícita antes de la citada fecha, cosa que creo, se terminará produciendo. En las bases del partido la percepción es la misma, incluídos los jóvenes que aun le profesan admiración y esto es lo que decantaría definitivamente la balanza en favor de su renuncia. En breves semanas, en el mes de marzo o entrado abril, de forma sorpresiva, el presidente del gobierno anunciaría su negativa a la reelección en las urnas, para alivio de barones, presidentes y líderes regionales. A partir de ahí, se abriría un abanico de posibilidades, que merecen un análisis más sosegado. Zapatero ejercería de presidente y secretario general, no habría en ningún caso una dimisión; el candidato habría que buscarlo, a través de un consenso generalizado, o de unas primarias abiertas con diversos candidatos. En cualquier caso, con un candidato alternativo a Zapatero, el escenario cambiaría, y Rajoy, tendría que ponerse, y mucho, las pilas, por si acaso.
Si analizamos nuestro pasado reciente y el de nuestros vecinos europeos, observamos un comportamiento electoral en el centro-izquierda (aunque no exclusivo de esta ideología) en el que los gobernantes socialdemócratas aparecen excesivamente castigados en las encuestas en épocas de crísis o desgaste, pero a la hora de acudir a las urnas, ese amplio rechazo queda reducido y minimizado a pocos puntos, y en algunos casos, quedando intactas las posibilidades de reelección de líderes o partidos practicamente denostados por la demoscopia. Podríamos irnos atrás en el tiempo, a los años 93 y 96, dos elecciones en las que las encuestas daban ventajas a los populares cercanas a los 10-20 puntos. El PSOE terminó ganando las primeras y perdiendo por un solo punto las segundas. Dirán, y cierto es, que mientras Gónzalez sumaba, Zapatero resta. Pero de momento este dato nos debería servir como muestra de que los votantes y simpatizantes socialistas tienen un espiritu crítico que no tienen los votantes conservadores, esto es cierto, pero que a la hora de la verdad, la sola idea de un gobierno presidido por un representante del PP, termina movilizando a ese mismo electorado, minimizando la derrota o aumentando exponencialmente, según avanza la campaña, las posibilidades de victoria.
Tenemos muy presente el caso alemán, con Gerard Shroëder siendo canciller, y con todas las encuestas en su contra al final de su primer y segundo mandatos, con una Alemania en crísis por los costes de una reunificación complicada y con la división de la izquierda alemana, una vez el canciller acababa de aplicar las recetas que hoy aplica Zapatero, casi 9 años antes, que explican la pujanza de la economía alemana debido a su capacidad de adaptación/flexibilización en situaciones de crísis como la actual. Shoëder ya abordó la reforma de edad de jubilación, la reforma laboral y reforma del sistema financiero con los sindicatos y sus propias bases en contra. Shroëder también ganó sus segundos comicios con las encuestas en contra, y sorprendentemente, y de nuevo, quedó en un empate técnico con Angela Merkel en las elecciones de 2005 cuando el SPD se desintegraba en una sangría de dimisiones, ministros incluídos, por el giro de la política económica defendida por el canciller. Solo su mala relación con su antiguo número 2, que fundó un nuevo partido, impidió su reelección. Al final, Merkel fue presidenta gracias a la unión entre conservadores y socialistas, que formarían gobierno. Por los pelos, como Gónzalez en 1996.
David Cameron sienta un precedente preocupante para Mariano Rajoy. Una ventaja sideral en las encuestas que fue perdiendo fuelle y terreno hasta el último día, donde todavía se percibían posibilidades para los laboralistas, quienes finalmente no renovaron gobierno por la decisión de Clegg, líder de los liberales, de corte socialdemócrata, que finalmente decidieron apoyar a un nuevo primer ministro, dada la nula credibilidad del primer ministro saliente. Cameron ejemplifica la estrategia de la derecha europea y española y pone en serio pre-aviso a los votantes progresistas: una campaña de perfil moderado, sin apenas propuestas, y con la única estrategia de dejar que la crísis cueza en su salsa al gobierno de turno. Brown era sin duda el peor candidato que tuvo jamás el PL, pero Cameron tuvo que sudar y mentir como nunca para salir victorioso. Solo una vez confirmado como primer ministro mostró su verdadera cara desarrollando una política de recortes, ajustes y privatizaciones brutal que ha llevado a la calle a miles de ingleses, principalmente jóvenes, indignados, y estafados por la aparente moderación pre-electoral del líder conservador. Bastará al líder socialista que se enfrente a Rajoy recordar la experiencia inglesa para poner en guardia a los "despistados" por los cantos de sirena del Partido de los Trabajadores (PP). Como también podría hacer mención a las políticas que el PP aplica en comunidades y ayuntamientos donde gobierna.
¿Qué lecciones podemos sacar para España y para las elecciones de 2012? Una muy evidente: que el electorado socialista está durmiendo, pero puede despertar. Una segunda: que el principe que despierte del soporífero sueño a los votantes de centro-izquierda no puede ser Zapatero. No puede ejercer de revulsivo quién ha tenido que ejercer de anestesista, empujado por los mercados y los vicios de una burbuja inmobiliaria que le explotó en las manos El electorado progresista castigará y demostrará su cabreo en las elecciones autonómicas y municipales, no sabemos en qué medida, pero parece que así será. Lo que es bastante dudoso, por no decir improbable, es que ese electorado extienda el castigo en otras sucesivas elecciones. En España y en Europa, la izquierda expresa con contundencia su resignación castigando en elecciones consideradas secundarias (consideración que no comparto en absoluto). Lo normal y razonable es que ese mismo electorado desmovilizado se asuste del poder que el PP puede aglutinar, conseguir, recuperar y/o mantener en las elecciones de mayo. Sería suficiente un toque de atención a la marca "PSOE", y suficiente la visión de tener un alcalde o un presidente autonómico conservador, aplicando políticas regresivas, privatizando servicios sociales, utilizando como un instrumento de propaganda las televisiones públicas, sin la menor sensabilidad social. Los funcionarios públicos españoles ya están viendo que no es lo mismo tener un presidente del PP que del PSOE, sobre todo los murcianos y los manchegos, las dos caras de la misma moneda en las medidas que unos y otros adoptan para reducir el déficit publico.
La única posibilidad de que el PSOE salve los muebles en 2012 pasa por la elección de un nuevo candidato. Un candidato capaz de movilizar a las bases, capaz de crear ilusión y consenso, convicción, en el electorado socialista. Todas las encuestas señalan a Alfredo Pérez Rubalcaba como el único capaz de revertir el desánimo en la familia socialista, como el catalizador del descontento de sus filas. En el PP le temen más que a nadie, sus asesores y sociólogos saben que el vicepresidente tiene mucho tirón entre los suyos, y el respeto de ese sector centrista de la población, el que decide las elecciones y que se está pensando avalar o no la candidatura de Mariano Rajoy con pinzas en las narices. Alfredo debería ser la apuesta, como he afirmado en reiteradas ocasiones, por el realismo que transmite, y la seguridad y fortaleza que representa frente a la frivolidad y el "buenismo" de Zapatero, no lo olvidemos, el presidente más progresista y valiente que ha conocido este país, pero desdibujado por su exceso de verborrea y por rodearse de malos y peores consejeros. Hasta los barones que repudian a Zapatero buscan la foto con el ministro, porque no resta, suma. Por eso la orden del PP es derribar a Rubalcaba, de la forma que sea y como sea, eso es muy significativo. Algo dirán sus encuestas internas que les preocupa tanto. Rubalcaba tiene pocos puntos débiles, por no decir ninguno, ni siquiera lo sería su edad. Tiene el respeto incluso de la parte más moderada del electorado del PP aunque ese respeto se transforme en odio visceral por el simple temor a que su capacidad mil veces demostrada deje en mal lugar a su propio candidato. Pero, ¿y las alternativas a Rubalcaba? Parece que no preocupan al PP.
Carme Chacón parece querer dar batalla, como Bono, aunque ninguno de los dos daría la talla suficiente para incomodar a Rajoy, y no garantizan un resultado ni siquiera digno para los socialistas. No mejorarían significativamente a Zapatero como cartel. La ministra de Defesa carece de carisma y de liderazgo, y a pesar de sus años en la política arrastra una imagen de inexperta, seguramente injusta, pero muy resaltada por ser el fuerte de Rubalcaba, su potencial alternativa en caso de primarias. Bono quiere maniobrar en la sombra como hace años pero es considerado un infiltrado del PP para el sector más progresista , pujante y joven del PSOE, mientras que no termina de conectar con el electorado crítico de los populares, muy minoritario. Blanco no es una opción seria por su imagen frívola. Fernández Vara se descarta de la carrera, y Tomás Gómez tiene bastante con lidiar con el toro de Madrid, que tiene mala pinta, todo sea dicho. Solo Rubalcaba puede ofrecer ese subidón de adrenalina necesario para revetir las encuestas. Estamos hablando seguramente del mejor orador y parlamentario que ha conocido la política española. Un azote brillante del PP. El peor enemigo, como han reconocido fuentes del partido de Rajoy.
El escenario podría ser el siguiente. En marzo de 2012, la economía española crea empleo neto, y empieza a conocer cifras macroeconómicas aceptables a pesar de que logicamente la tasa de paro sigue siendo alta; todas las reformas impopulares están hechas, y el peso de las mismas se ha diluído en las espaldas de Zapatero. Rubalcaba moviliza desde el primer momento al electorado, y la campaña electoral, y las metidas de pata de Rajoy y sus colaboradores ponen en guardia a los simpatizantes socialistas, quienes empiezan, de nuevo, a plantear la necesidad de un voto útil para evitar que el PP concentre demasiado poder en sus manos despues de su victoria en las elecciones autonómicas y municipales y con las primeras fotos de los escándalos de Gürtel aun en la retina. Hay debates electorales, donde la capacidad de Rubalcaba deja en evidencia la inacción y ruindaz de Rajoy, que carece de propuestas. Si alguien es capaz de desnudar las miserias del PP ese es Rubalcaba. Mucha gente puede empezar a apreciar que mejor es cambiar de plan que no tener plan y que el PP ha apostado por el hundimiento del país como caballo ganador, que vende humo. Rajoy no tiene con quien pactar en caso de ganar por minoría mientras que la relación personal de Rubalcaba con los líderes y portavoces de los partidos nacionalistas y de oposición es excelente. A ningún grupo le interesará dar su apoyo al PP, despues de la experiencia de 1996 pues temerán desgastes en sus feudos y electorados, especialmente CIU. Y mientras tanto, ETA "cerrando el chiringuito", desatando la verborrea de la extrema derecha, el "TDT PARTY".
Conclusión: es probable un escenario similar al de 1996, o a los que se enfrentó el ex-canciller aléman Shroëder. Los socialistas con un nuevo candidato solo pueden crecer. Puede que no sea suficiente o sea demasiado tarde, pero al menos habrá partido. La batalla se jugará escaño a escaño, provincia a provincia, voto a voto. Rubalcaba debe rodearse de un equipo experto, preparado y ciertamente renovado aunque eso suponga recuperar a viejas glorias del socialismo como Solana, Boyer o Borrell. Chacón deberá ejercer como número 2 para movilizar las bases socialistas de Cataluña. Si Rubalcaba tiene éxito será una excelente vicepresidenta, portavoz y ministra de Interior para dar el salto después a la presidencia, y si no en cualquier caso, será una buena líder para la oposición, el relevo generacional natural. Por eso todavía no ha llegado la hora de Chacón, y se equivocaría dando un paso adelante en estos momentos. El gran partido es en marzo de 2012 y debe capitanearlo el mejor. Porque con Rubalcaba de candidato, habrá partido, seguro. Mientras tanto toca salvar los muebles en mayo, donde se juega otro titulo (o varios), menos valorado pero no menos importante. Los socialistas tienen que resistir. Dependerá de muchos factores pero principalmente de uno. Atentos a Zapatero.