MARIANO RAJOY: MORIR POR ESPAÑA

Rajoy no quiere morir por España, se lo ha dicho al Loco de la Colina en una penosa entrevista en la que el líder del PP, tenso y a la defensiva, no aprovechó la buena oportunidad ni siquiera para lucir su sinuoso sentido del humor. ¿Qué le pasa a Rajoy? No se sabe, pero cuando Quintero le preguntó si daría su vida por España se escabulló, se dio el piro, y salió por peteneras para afirmar que si un niño se está ahogando sí se arriesgaría para salvarlo. ¡Faltaría más! Por el niño sí, pero por España ni flores, o sea, eso de “todo por la patria”, que reza el cartel de los cuarteles de la Guardia Civil, o lo de “el novio de la muerte” que canta la Legión, de todo eso, nada de nada.

Bastante tuvo el hombre, Rajoy, con lo del accidente de coche, o con el batacazo del helicóptero a medias con Aguirre. De manera que, si hay que ir a la guerra, por España, contra Marruecos o contra Venezuela, que no cuenten con Mariano, que se queda en la retaguardia. Y como Aznar no hizo la mili, por estrecho de pecho, tampoco podría ser llamado a filas a pesar de su fiera y probada belicosidad. De su a afición al bombardeo de periodistas (en Belgrado) y a las guerras preventivas, por lo que a lo mejor, y tras su heroica victoria en Perejil, Aznar, de haber seguido en la Moncloa él no habría ido a una guerra pero sí se habría animado a ordenar el bombardeo de Caracas o de Rabat, en estos tiempos de crisis diplomática en el que el moro, taimadamente, parece recular.

Rajoy es todo un vividor en el buen sentido de la palabra, y el otro día no estaba para bromas, porque Arriola le habría enseñado las últimas encuestas sobre la intención de votos del PP. O porque no sabe si Aznar se presentará, o no, en la Conferencia del partido del fin de semana, que no se llama Convención, precisamente, para que no tengan que hablar Fraga y Aznar. Pero como el del bigote se dé un paseo por la fiesta, ¡vaya si hablará!

Algo está pasando en el PP porque, como se suele decir en estos casos, no se están transmitiendo bien a los ciudadanos los éxitos del partido, motivo por el cual le huele el culo a pólvora a Carmen Castro —¡vuelve, Belén Bajo Derecha!, nos rendimos— , a la que le está haciendo la cama Cayetana a ver si se queda con el cargo, aunque a ella al que le gustaría hacerle la cama es al guaperas de Costa, a ver si le registra el programa donde los zaplanistas querrían meter la mano, porque no están tocando pelota y temen lo peor.

Y es que la Castro, ay Carmela, no habla, ni informa, con los que tiene que hablar. Sólo está dedicada a los fanáticos plumillas del PP, y no sabe una papa del negocio que tiene entre manos, ni tampoco tiene acceso directo a los verdaderos creadores de opinión. O sea, en cierta manera, nada nuevo bajo el sol o, dicho de una otra manera, ni chicha ni limoná, la alegría de la huerta, a juego con Rajoy. Y, encima, ay Carmela, la moza nos quería colar el comunicado conspirativo sobre la sentencia del 11M.

Pues sí que estamos buenos, con estos políticos que se llenan la boca de España, que piden la retirada de los embajadores y el envío de la flotilla, y que son tan propicios a mandar a nuestros soldados a cualquier guerra, entre ciegos reyes que luchan por un palmo más de tierra, y luego ellos, ni flores. A fumarse un puro, a tomar copas en el David Croquet de Pontevedra, y a ver el Tour de Francia desde un sillón, para decir al final y en televisión que no están dispuestos a morir por la patria, ¡por España! Vaya por Dios. Si Quintero le hace esa pregunta a Zapatero el de León, que es muy bravo, seguro que dice “¡por supuesto! y en ¡primera línea de fuego!”. Rumba-la rumba- la rumba-bá, ay Carmela, ay Carmela…

Las pesquisas de Marcelo

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