REFLEXIÓN SOBRE LA GESTIÓN DEL ATENTADO Y LA FIGURA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO.















En demasiadas ocasiones la clase periodística de este país y los múltiples contertulios que desmenuzan nuestra actualidad política, pecan de fariseos en sus análisis políticos, más aún en situaciones de extrema delicadeza como la que vivimos actualmente con el último atentado de la banda terrorista ETA.

En especial desde los resortes mediáticos afines al Partido Popular pero también desde los rincones de la izquierda, estos días en los que se hace análisis léxico, sintáctico y semántico de las declaraciones de Zapatero, bien llevando las interpretaciones de sus palabras al absurdo, bien denotando que el sentido de Estado y la empatía son dos conceptos tan o más desconocidos que la vergüenza o la dignidad en los micrófonos de La Cope.

De la extrema derecha no me extraña ya nada, estoy curado de espanto. Es la continuación de su estrategia de desgaste y bufonería argumental. Pero no me lo esperaba de ciertos sectores de la izquierda que desde púlpitos más o menos creíbles han reculado en el mismo momento que veían que la figura de Zapatero se tambaleaba; no voy a dar nombres porque no es momento de personalizar. Pero los cobardes están a la vista de todos.

Servidor que es un humilde estudiante y que aún mira de cerca la post pubertad va a explicar a estos progres de corbata, porque a los fascistoides de extrema derecha como que no serviría de nada, el por qué un presidente del gobierno se tiene que mostrar cauto y frío de palabra ante acontecimientos como los vividos en Barajas.

Pedían los insurrectos, solo algunas horas después del atentado, sin un comunicado feaciente de autoría de la banda ETA, sin explicaciones plausibles acerca de los hechos, sin conocer si había sido al 100% obra de ETA o una escisión de ella, con una Batasuna en shock y sorprendida, que el presidente del gobierno fuese exquisito en el vocabulario y preciso hasta pillarse los dedos en la expresión acerca de si se suspende o se rompe el proceso de paz. ¿Es que nos hemos vuelto todos gilipollas con perdón? ¿Un presidente de gobierno debería en el arranque del momento, en el albor del dolor, arriesgarse, sin los datos en la mano, a decir algo de lo que se podría arrepentir de inmediato?

Un presidente del gobierno no es un ciudadano de apie, ni es el peluquero del barrio ni es el comerciante que nos vende la verdura todas las mañanas. Tiene un cargo y una responsabilidad que le exigen calma, cautela y pasos firmes en sus declaraciones. Lo que pueda decir, lo que pueda afirmar, tendrá trascendencia máxima, y como máximo exponente de la lucha antiterrorista, sus declaraciones deben dotarse de grandes dosis de prudencia que, aunque a los ciudadanos puedan parecernos sintomas de condescencia, responden a la responsabilidad última de un presidente del gobierno que se precie en su afán por acabar con la lacra terrorista. Su responsabilidad no es la suya, ni la mía, ni la del vecino del 5º aunque no se entienda en La Cope o en El Mundo. Es el presidente del gobierno.

¿Conocen los periodistas y opinadores públicos de qué responsabilidad altísima hablo? La responsabilidad de salvaguardar nuestra seguridad, de garantizar nuestro derecho a la vida y a evitar en cualquier caso que haya que lamentar más bajas. La enorme responsabilidad de que no haya más muertes recae sobre él y sobre sus declaraciones. Un presidente del gobierno no puede salir a la palestra a echarle un pulso diálectico a una banda de asesinos, porque pondría en peligro nuestra seguridad; pregunten a cualquier especialista en lucha antiterrorista y verán lo que les responde. Porque ustedes tampoco lo harían con familiar psicópata o un conocido navajero, no lo retarían ni lo violentarían aunque lo harían se lo mereciese, es sentido común y es además una máxima en la lucha antiterrorista.

Esto no significa bajar los brazos, ni ser cobarde, ni achantarse ante los terroristas. Es sentido de Estado y altura política, es obsesión pura y dura por evitar más muertos y por no cerrar en caliente la puerta a nada. Después los hechos hablaran y se hará lo que se crea más conveniente, pues como dice el Pacto Antiterrorista (que cumple el gobierno a raja tabla pero solo hoy hemos visto a un dirigente del PSOE decirlo sin rodeos) el gobierno de España dirige la lucha antiterrorista y la oposición lo apoya sin fisuras.

Cuando uno tiene esa enorme carga, no cabe lugar el camorrismo de palabra que exigen desde La Cope; para eso ya están ellos y sus palmeros. Tampoco, maldita sea, puede decir que "se rompe la tregua". ¿Quieren que diga a ETA que ya puede matar, que no hay nada que hacer? ¿Es eso? ¿Quieren que salga mañana y diga un cúmulo de disparates sobre los terroristas y éstos hagan alguna locura? ¿Hace falta que a estas alturas un presidente del gobierno tenga que demostrar a diario que está en contra de los terroristas? Porque esa es la clave amigos. La duda, la sombra que recae sobre él, sobre sus pactos con ETA.

Los hiperprogres han caído en el discurso de la derechona. Han masacrado y ridiculizado a un presidente que trabaja por nuestra seguridad y por la derrota del terrorismo, contribuyendo a alimentar esa imagen complaciente con ETA que la derechona cutre y casposa se empeña en vendernos. Zapatero no puede ni debe cerrar ninguna puerta, porque los demócratas, los verdaderos demócratas, debemos confiar en que nuestro presidente siempre hará lo mejor para nosotros; si lo mejor es negociar la rendición de ETA se hará, si no, se tomará otro camino.

Pero volvemos a lo calenturiento: tiene que demostrar que no está con ellos, que no traiciona a las victimas, que no se ha rendido. Para tirarse de los pelos vamos, y algunos de nosotros, aplaudiendo ese discurso. "¡Es que no deja claro que vaya a haber proceso en el futuro o no!" dicen algunos. Pues claro lumbreras, ¿acaso sabe lo que puede pasar mañana, pasado o dentro de 3 años? Si estamos dispuestos a pensar que este presidente no quiere la derrota de ETA, es para cerrar el chiringuito o pulsar el botón rojo. Entonces no me merecerá la pena pasar ni un minuto más de mi vida en este país.

A mí una suspensión me bastaba, porque confio en su criterio para si se da el caso, volver al diálogo, porque el diálogo no mata ni hace daño a nadie, las palabras no cuestan dinero. La ruptura también me vale, porque en estas circunstancias, no se puede hablar de nada con esa panda de lunáticos. Pero, ¿y si mañana todo cambia? ¿Y si hay algún gesto de calado en Batasuna o en ETA? ¿y si condenan la violencia? ¿Y si parte de ETA entrega las armas? ¿Un presidente del gobierno debe atarse de manos solo porque una panda de sesudos lleva dos años mintiendo, inventándose cesiones y volteando nuestros principios democráticos? ¿Seguimos teniendo miedo de esta cutre derechona que nos ha llevado contra las cuerdas con dos burdos guantazos?

Hacer análisis de comas y puntos es cosa de los descerebrados de La Cope, no de personas leídas, cultas y con cierto sentido de Estado. Jugar a ser todos el presidente del gobierno está muy bien y es muy guay, pero es como jugar a los médicos, ponte a operar a un tío de verdad. Cuando la seguridad de 40 millones de españoles puede ponerse en peligro por cuatro palabras mal dichas que lances a la opinión pública o por gestos que puedan envilecer a los asesinos, uno se cuida y mucho de decir según qué cosas. Y yo se lo agradezco a mi presidente, y le digo que si él estima que hay que volver a sentarse frente a ETA cuando las circunstancias cambien, yo le apoyaré.

Porque yo no admito esas teorías conspiranoicas y esquizofrénicas de que le debe algo a ETA o que pactaron el 11-M, esas gilipolleces me resbalan. Soy un demócrata convencido y hasta que los hechos me demuestren lo contrario, siempre estaré al lado de los demócratas, confiando en su firme voluntad de derrotar a ETA. No tolero que nadie, sea terrorista o barrendero, juego con nuestros principios y nuestra convivencia, sea en nombre del Che o en nombre del Papa. Me tendrán siempre enfrente.

Y así, seguiré dandole caña hasta la extuación al PP para denunciar su estrategia desleal y barriobajera. Sí, porque de ETA espero poca cosa, pero del principal partido de la oposición espero mucho más. Que se vayan a freir espárragos con sus votos y sus papeletas, me repugnan, y su falta de sentido de Estado me decepciona como ciudadano. Anteriormente la oposición siempre tuvo altura de miras y apoyó al gobierno en la lucha contra ETA, aunque eso tuviese coste político: porque la vida de cualquir español está por encima de un cargo o un ministerio.

Ahora se niegan a un gran Pacto Antiterrorista que incluya a todos, en especial a un elemento clave como es el PNV. La razón es que la foto, por muy sensato que sea el contenido, incomoda a los que sostienen la estrategia de acoso y derribo y jalean a las bases, los artífices de toda la basura mediática que tenemos que oler a diario. Todos sabemos que los hilos no los mueve Génova, los mueven las sedes de algunos medios de comunicación en su afán por convertir en un estercolero el ring político ,haciendo alarde del juego sucio y la práctica antidemocrática sin límites.

Denunciaré estas actitudes y jamás me achantaré ante esta panda de desalmados. Puede que Zapatero no sea perfecto, ni que haya llevado el proceso a la perfección, comete errores, se equivoca, pero su firme propósito de buscar el fin del terrorismo y la mejor de las reparaciones, que es que no tengamos que llorar más muertos, me lleva a apoyarlo sin fisuras frente a quienes no creen en la democracia: los verdugos y algunos que sin ser verdugos, lo serían de buen gusto como en los viejos tiempos.

Yo confío en mi presidente y si hace falta, me manifestaré, cuando sea y como sea, no ya solo contra el terror y por la paz, si no en defensa de su dignidad y de su derecho constitucional a dirigir la lucha antiterrorista. Yo estoy sin fisuras con el gobierno de mi país, ningún malintencionado me va a engañar. Hoy más que ayer y menos que mañana.

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