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    sábado, 29 de abril de 2006

    LA HIPOCRESÍA DE LA IGLESIA CATÓLICA: PROYECTO GRAN SIMIO.

















    EL ARTÍCULO DEL DÍA // J.M. SÁNCHEZ RON
    Los derechos del simio.

    • Duele que gente que habla del bien divino que es la vida critique que se proteja a chimpancés y gorilas.


    JOSÉ MANUEL Sánchez Ron.

    Miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid.

    El Grupo Socialista ha presentado en el Congreso, a través del diputado verde Francisco Garrido, un proyecto no de ley que apoya una iniciativa que pusieron en marcha en 1993 un grupo de etólogos y científicos, el denominado Proyecto Gran Simio.

    La idea detrás de esta empresa es otorgar protección legal y moral, comparable en algunos aspectos a la que poseen los humanos, a los antropoides también conocidos como los grandes simios (chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes). Forma parte, por tanto, esta iniciativa del movimiento que defiende los derechos de los animales, de los otros animales, habría que decir, puesto que, no se olvide, nosotros, los humanos, los Homo sapiens, también somos animales.

    La Declaración Universal de los Derechos del Animal (23 de septiembre de 1977) es el documento más preciso en el que se establecen los fines que buscan todos aquellos que defienden esta noble y humanitaria causa. Simplemente recordaré de ella su artículo 2: "A) Todo animal tiene derecho al respeto. B) El hombre, en tanto que especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a los otros animales o de explotarlos violando ese derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales. C) Todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre".

    Es evidente que la expresión "todos los animales" que se utiliza en esta declaración puede ser en ocasiones complicada de utilizar. ¿Se debe aplicar a las ratas? Pero en muchos casos la situación es transparente: por ejemplo cuando se trata de los grandes simios. Es perfectamente sabido que estas especies poseen características biológicas que los sapiens han considerado históricamente uno de sus patrimonios más valiosos y "exclusivos". Utilizando palabras empleadas por el diputado Garrido en el Congreso: "Los grandes simios tienen autocontrol, sentido del pasado y del futuro, lloran la muerte ajena, reparten comida entre adultos, crean relaciones estables, transmiten su cultura (uso de herramientas), planifican actividades..."

    Con el desarrollo de las ciencias biológico-moleculares, hoy no nos sorprenden tanto estas coincidencias: sabemos que los grandes simios comparten con nosotros un porcentaje muy alto de sus genomas: el 97,7% del genoma humano es idéntico al de los chimpancés, y el 96,4% al del de los orangutanes. Por tanto, proteger a animales como éstos, evitar que se les maltrate y veje, procurar para ellos territorios protegidos, podría considerarse fácilmente como un acto de compasión.

    SIN EMBARGO, aún hay más. Es asimismo bien sabido que estos seres se encuentran en peligro de extinción. No son los únicos, por supuesto, y ayudar a su salvación no es sino un paso que es preciso extender a otras especies. Pero en más de un sentido se puede argumentar que su pérdida sería especialmente dolorosa, al atesorar habilidades cognitivas y emocionales que otras especies no poseen, al menos en el mismo grado.

    Una iniciativa como la que ahora presenta el PSOE debería considerarse como un acto de civilización y humanidad, al igual que como una llamada simbólica a todos para que nos esforcemos en conservar la biodiversidad existente en la naturaleza y que, como nadie ignora, se encuentra en gravísimo peligro.

    Resulta, sin embargo, que inmediatamente han surgido voces discrepantes. Una de ellas es la del arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, que ha criticado el proyecto socialista utilizando frases como "Me da risa. Por hacer el progre se puede hacer el ridículo", o señalando que el Gobierno "no conceda derechos de persona a los niños sin nacer ... y se lo vaya a conceder a los monos". Está clara su postura y lo que pretende. Habla de la autorización del aborto, cuestión sobre la que, naturalmente, es posible mantener posiciones contrarias a la que el actual Gobierno defiende, pero lo hace mezclándolo con un tema absolutamente diferente.

    ¿Qué hay de malo en intentar llevar a otras especies algunos de los privilegios que nos hemos adjudicado los humanos? ¿Que todavía hay muchos seres humanos a los que se les niega, o que no pueden acceder, a sus derechos? Sin duda, y todos debemos luchar por evitar que esto suceda. Pero ¿hace ello imposible ser racionalmente compasivos con animales con los que estamos tan próximamente emparentados, y que son capaces de sufrir y gozar de manera muy parecida a como lo hacemos nosotros?

    LAS PALABRAS y tácticas argumentales del señor Sebastián me recuerdan a las que en 1860 --poco después de la publicación de un libro que durante mucho tiempo (para algunos aún) fue maldito para las iglesias cristianas, El origen de las especies de Charles Darwin (1859)-- pronunció el obispo Samuel Wilberforces, tratando de ridiculizar la teoría de la evolución de las especies, y a las que el biólogo Thomas Huxley contestó señalando que no sentiría ninguna vergüenza de descender de un mono, pero sí que "me avergonzaría proceder de alguien que prostituye los dones de cultura y elocuencia al servicio de los prejuicios y la falsedad".

    Tiene razón el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, Diego López Garrido, al manifestar que se está "deformando una iniciativa encomiable". Es especialmente doloroso escuchar críticas a una propuesta que defiende la vida --toda la vida-- sobre nuestro planeta, que procede de aquellos que en muchas otras circunstancias hablan del bien divino que es la vida. ¿Sólo la nuestra?

    2 comentarios:

    Anónimo dijo...

    http://img20.imageshack.us/img20/
    5369/losabuelosdehitlereranhermanos.jpg

    Investigación histórica:

    Los abuelos de Hitler eran hermanos

    Muchos investigadores e historiadores han tratado de encontrar una explicación a las actuaciones y reacciones de Adolf Hitler. A lo largo de los años las teorías han sido muchas, pero es ahora cuando los historiadores Timothy Ryback y Florian Beierl han conseguido reunir, a través de una serie de archivos históricos, muchos de los datos sobre la familia de Hitler.
    El siguiente artículo fue publicado en JMNoticias.com el pasado 3 de agosto de 2005.

    El resultado de estos esfuerzos se ha presentado en un documental de la televisión alemana, que fue emitido pasado 9 de agosto (de 2005) por el canal público ZDF. En un programa que lleva el nombre "Familia Hitler", se mostraron, según dice el diario alemán Bild Zeitung, una serie de materiales gráficos inéditos sobre el dictador y su familia, como las fotografías de su padre Alois (1837-1903), de su madre Klara (1860-1907), de su hermana Paula (1896-1960), de su hermanastro Alois (1882-1956), de la prima y amante Geli Raubal (1908-1931), y también las de su sobrino predilecto Heinz.

    Hitler, dice el diario alemán, tenía un auténtico pánico a que se llegara a conocer la verdad sobre su familia.

    Por este motivo, antes y después de comenzar la guerra y con la ayuda de una masiva propaganda, Hitler fue presentado al mundo como un hombre sin familia ni pasado. Adolf Hitler era para el mundo lo que se llamó el "salvador" que iba devolver a Alemania la grandeza con el "Tercer Reich".

    Sin embargo, la verdad era muy distinta. Según el documental que se emitió por el canal alemán, el bisabuelo de Hitler, de nombre Martin Hiedler, abusó sexualmente de sus hijas. Como consecuencia de estos incestos, Hiedler se convirtió en el padre de un un niño que nació en 1807 y al que llamó Johann Nepomuk Hüttler. Años más tarde, el mismo Hiedler volvió a dejar embarazada a otra de sus propias hijas y, fruto de esta relación incestuosa nació, en 1830, una niña que llamó Johanna Hüttler. Por tanto, Martin Hiedler, que murió en 1829, poco antes de que naciera la niña, fue al mismo tiempo padre y abuelo de Johann y Johanna.

    Sin embargo, aquí no terminaron las relaciones entre los miembros de la familia del dictador. Los hermanos Johann y Johanna también tuvieron un hijo juntos y por tanto, ambos pasaron a ser abuelos de Adolfo Hitler.

    Por otra parte, se sabe también que Hitler tuvo una relación con su prima y sobrina Geli Raubel, la cual se suicidó en 1931 antes de que Hitler subiera al poder. Geli era hija de Ángela, la hermanastra del Adolf, pero algunos historiadores tienen sus dudas sobre la relación sexual que Hitler mantuvo ella.
    El diario alemán anticipó algunas declaraciones de los familiares de Adolf que salieron en este documental, como las de su hermanastro Alois que decía recordar algunos momentos de la vida en familia. "Los insultos a voces de mi padre, acompañan a los gritos del hijo a cada golpe, que la madre trataba de cubrir con su cuerpo, mientras Adolf o estaba tendido en el suelo" cuenta Alois.
    La hermana Paula, que por orden de Hitler vivió siempre camuflada y usando el apellido Wolf, se hizo novia del médico vienés Erwin Jekelius, un teórico de la eutanasia que permitió la muerte masiva de 4.000 personas discapacitadas. Su hermanastro Alois, que sobrevivió a la guerra, cambió su apellido por el de
    Hiller y actualmente, esta rama de la familia tiene tres descendientes, sobrinos nietos, -un cuarto murió
    en accidente- que todos viven en las afueras de Nueva York y no tienen hijos.

    Yukio Seki F1 dijo...

    desde luego yo estoy a favor de lo de los simios...más cabeza que zp tienen...