REFLEXIÓN: AHORA DIÁLOGO, MÁS QUE NUNCA, PARA EMPUJAR A LOS VIOLENTOS A LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA.





Tengo la profunda convicción de que el conflicto vasco solo se solucionará mediante la palabra, el acuerdo político y el diálogo con los violentos y entre los demócratas. Bajo mi punto de vista unicamente fiándonos a la presión policial y a las detenciones no llegaremos a un final definitivo de la violencia porque nos guste o no, los violentos tienen la capacidad de regenerarse generación tras generación y de renovar sus listas reclutando nuevas promesas. Algo más que la fuerza debe ser utilizado para acabar con esta espiral de odio y sinrazón, porque ni con Franco el problema se solucionó por estas vías. El presidente del gobierno es consciente de esto y sabe a ciencia cierta que antes o después, más antes que después, hay que proseguir dialogando con el mundo abertzale para acercarlo por todas las vías a la senda de la democracia.

Sabe que solo mediante la palabra se puede romper el circulo vicioso que engangrena la convivencia en Euskadi: detienes etarras, los metes en la cárcel, dispersión, se rompen familias, crece el odio y el rencor, familiares y amigos dispuestos a vengar y participar con lo que se inicia el circulo, sensación victimista de que el Estado oprime, nuevos jóvenes militantes, etc... Si los demócratas no convencemos con nuestra artillería pesada (el diálogo, el acuerdo, la negociación justa)a aquellos que parecen cansados de la situación de marginalidad e ilegalidad podemos sentirnos fracasados, porque significará que no hemos empeñado todos nuestros esfuerzos. Si fuimos generosos, paciencias y condescendientes con los verdugos del franquismo, ¿por qué no aplicar el acuerdo con los radicales para que entreguen las armas? Todo demócrata debería hacer un esfuerzo por sumar a estos ciudadanos, a una parte importante de la sociedad vasca y a tantas y tantas familias que empiezan a moverse en el sentido adecuado.

El razonamiento pues es muy simple: la muerte de ETA se certificará cuando el mundo abertzale y Batasuna (su base social, aquella que le da su razón de ser) se desliguen del yugo de la banda y apuesten definitivamente por las vías políticas. El objetivo debe ser pues, no obstaculizar a una izquierda abertzale en plena reflexión, si no apostar por darle razones para que rompan cadenas con ETA con el fin de conseguir pasos seguros y paulatinos que los acerquen el sistema democrático. Batasuna debe poder reunir fuerzas para decirle a ETA "no os necesitamos, no representais a nadie, dejadnos hacer política en paz". La unión de todos los partidos en Euskadi con la principal aportación de un PNV ahora dirigido con maestría y sentido de Estado por Imaz, constituye la principal clave de presión para el mundo de Batasuna, hasta ahora acostumbrado a guiños y manos anchas por parte del nacionalismo democrático. Ahora están solos, aislados socialmente más que nunca, divididos en sus bases, y con una banda que empieza a serles molesta. Solo hay que preguntar por el colectivo de presos para saber lo que se piensa en estos momentos desde ese mundo de los Txeroque y compañía.

El presidente del gobierno debe trabajar en paz y con discrección. Mientras se lucha policialmente con los asesinos, mientras se les presiona, hay que hacer un trabajo político de altura y profundidad que implique no solo a los partidos democráticos si no a los principales actores de la sociedad vasca, incluídos aquellos sectores del mundo abertzale más hastiados por la tutela de ETA. Siendo realistas, con paciencia, sin ponernos nerviosos. No podemos esperar que de un día para otro Otegui y compañía canten el alirón y condenen explícitamente la violencia; pero según mis contactos y las declaraciones que todos conocemos, el debate interno es intenso y no son pocos los que, cansados de tanta frustración, piden una apuesta aún más nítida contra la violencia y un desligue de las premisas de ETA dentro del mundo abertzale.

El objetivo político y social debe ser extender un cáncer democrático y contra las vías violentas dentro de las entrañas de la misma banda terrorista y que con la firmeza de todos los actores políticos y sociales de Euskadi éste se extienda y finiquite a la organización; es el momento de ayudar más que llenar el camino de piedras ahora que en la misma ETA hay un pulso entre el sector militar y el sector político. El diálogo es imprescindible, un arma mucho más poderosa que una bomba atómica, una palabra puede hacer mucho más daño que un tiro por la espalda porque es el lenguaje de nuestro sistema, de nuestros principios, lo que nos diferencia de ellos. Es una lección de ciudadanía, democracia y humanidad que no podemos dejar de lado porque cuatro fascistas de extrema derecha no acepten una derrota electoral; que vayan al psiquiatra y que pague la Iglesia con nuestros impuestos si hace falta. Ya no estamos en el franquismo y las cosas, no se solucionan por bemoles. ¿Con quien vamos a hablar para solucionar nuestras diferencias? ¿Solo con los nuestros? Desgraciadamente antes o después hay que hablar con el enemigo, con el que tienes enfrente, es el único camino.

Zapatero no es un bobo, ni un inútil, sabe perfectamene cual es el camino y cómo llegar a la meta, cómo erosionar a la banda terrorista para que la sensibilidad política derrote a la militar. Sus conversaciones con personalidades como Blair nunca han caído en saco roto y las experiencias en otros procesos, por muy duras que fuesen, acondejan paciencia, persistencia y convicción. Otros procesos pasaron por momentos difíciles y hoy el empeño de solucionar las cosas por la vía del diálogo ha dado sus frutos.

Es Batasuna, con la presión del resto de fuerzas políticas, con la Ley de Partidos encima de la mesa, con la debacle de una ETA descabezada (en todos los sentidos), con el aliento de los ciudadanos vascos, quien debe firmar el finiquito de la banda exigiéndole su desarme. Porque son la cantera y deben ser ellos quienes decidan acabar con el circulo vicioso, quienes deben cortar el suministro de la banda. Ellos son la clave y con ellos hay que dialogar ahora, más que nunca, con más firmeza y determinación si cabe. Es el momento de que la democracia, el gobierno y las instituciones den un empujón definitivo para solucionar el conflicto vasco para que los violentos abandonen la violencia como medio y la paz social sea una realidad.

Mi apoyo absoluto al presidente del gobierno, al lehendakari vasco y al resto de actores y fuerzas políticas y sociales en el caso de que informalmente, como parece, hayan retomado los contactos con el entorno abertzale para llegar a un fin dialogado de la violencia. Yo confío en ellos, en sus buenas intenciones y en su inteligencia política. No me fío de los que niegan el ejercicio de la palabra y el diálogo, las verdaderas armas de una sociedad civilizada y plural. Repito, bombardeando civiles, montando guerras, haciendo las cosas por la fuerza, negando nuestra naturaleza racional, no se soluciona ningún conflicto. Ellos también lo saben pero quizá en el fondo, muy en el fondo, no les interese que con este gobierno podemos ver el fin de la banda terrorista ETA. La mitad del discurso popular iría a la basura y lo saben. Ese es el problema.

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