AZNAR HIZO LO QUE AHORA CONDENA: MÁS DOCUMENTACIÓN.
Aznar hizo lo que ahora condena. El PP ofrecía a ETA “paz por presos” y la reinserción subvencionada sin exigir la entrega de las armas Las pruebas son inequívocas y están en las hemerotecas. La recopilación de textos de la época es incontestable. Aznar apostó con fuerza por el diálogo con ETA.
Ofreció a la banda terrorista “paz por presos”. Anunció la excarcelación de los reclusos y hasta estudió su reinserción sufragada por el Gobierno. Ante el llamado impuesto revolucionario y algunos episodios de violencia, Aznar miraba hacia otro lado. El PSOE no boicoteó el proceso. Todo lo contrario.
Aznar, en el acto de exaltación a su persona, organizado por la FAES, no desaprovechó para lanzarse a la yugular de Zapatero. “Si se dice que se quiere acabar con el terrorismo, no basta con decirlo. Ni se puede dar a entender, con los silencios y con los hechos, que se trabaja para firmar una especie de tratado de paz con los terroristas. Esa actitud, además de ser tremendamente dañina para los intereses nacionales, genera una desconfianza que alcanza a la totalidad de la sociedad”, afirmó.
ZP, de rodillas
Rajoy secundó tal crítica. Nada nuevo. Zapatero es presentado por la derecha como un tonto útil en manos de ETA. Hasta se arrodilla claudicante ante los matones. La reacción del PP a la propuesta de Zapatero de promover un diálogo con ETA –si se dan las circunstancias aprobadas en el Congreso- está siendo de una brutalidad sin precedentes. De nada sirve la eficacia policial ni el funcionamiento de la justicia. Ni tampoco el hecho insólito, en los más de cuarenta años de ETA, de que hayan transcurrido ya casi tres sin un muerto.
En Villa Carmen
Sin embargo, lo que rebasa los límites de la decencia es que Aznar protagonizara, como presidente del Gobierno, todo cuanto reprocha ahora a su sucesor. Según Interviú, en el chalé Villa Carmen, ubicado en Ibeas de Juarros, a 15 kilómetros de Burgos, alquilado ad hoc por la policía, tres de sus hombres de confianza mantuvieron un encuentro con los jefes de Batasuna. Era el 11 de diciembre de 1998. Ofició de hombre bueno el obispo de Zamora, y actualmente de San Sebastián, Uriarte. Zarzalejos, secretario general de Presidencia, habló en nombre de Aznar. Ofreció a los batasunos “paz por presos”.
¿Y Alcaraz?
¡Paz por presos! ¿Qué sucedería si Zapatero hiciera pública su voluntad de ofrecer a ETA paz por presos? Entonces no ocurrió nada. El PSOE -en la oposición- respaldó al Gobierno. ¿A qué se dedicaba Alcaraz hace ocho años? ETA había matado a su hermano Ángel y a sus sobrinas Esther y Miriam en el atentado contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, el 11 de diciembre de 1987, once años antes, día por día, de la cumbre burgalesa.
Martí Fluxà
El 28 de noviembre de 1998 el secretario de Estado de Seguridad, Martí Fluxá, declaraba nada menos que lo siguiente: “Sólo con la vía policial jamás conseguiremos la pacificación del País Vasco”. Fue en esa entrevista cuando Fluxá pronosticó que el problema del terrorismo acabaría “sin vencedores ni vencidos”.
Sinceridad de ETA
Todo aquello parecía idílico. Fernando Garea en El Mundo (4.11.1998) se hacía eco del previsible desarrollo de los acontecimientos: “Aznar ha ido recibiendo información en las últimas semanas sobre la sinceridad de la tregua, incluyendo los mensajes trasladados por Otegi y por Goirizelaia de EH, al futuro lehendakari, Ibarretxe”. Añadía que, según las fuentes del Gobierno, había por parte de ETA “voluntad inequívoca de acabar con la violencia –no entrega de las armas- y el reconocimiento de la voluntad popular a través de las urnas”.
500 presos
Pues bien, aun sin entregar las armas, la versión de Moncloa era que podría entrarse en la segunda fase del proceso: “Diálogo directo, centrado, casi exclusivamente, en el futuro de los más de 500 presos de ETA”. ¿Cumplimiento íntegro de las penas, como exigen ahora el PP y sus medios afines? No, ¡quia! Puntualizaba: “Interior tiene informes detallados con el número de reclusos de la organización terrorista que podrían pasar ya al tercer grado penitenciario o, incluso, a la libertad condicional”.
Equívocos, nimiedades
Aznar, el pacificador, se hallaba a punto de firmar el tratado de paz con ETA. El optimismo de Zapatero es de pitiminí en comparación con el de su antecesor. Había violencia y se mantenía el llamado impuesto revolucionario. Pero el portavoz del Gobierno, Piqué, manifestó: “Lo importante ahora es acreditar la voluntad real por parte de ETA de abandonar las armas y de eliminar algunos equívocos que aún se siguen produciendo, en relación, por ejemplo, a la inquietud de empresarios vascos en cuanto al impuesto revolucionario o episodios de violencia que aún no han sido condenados”. Equívocos, nimiedades.
Reinserción
El 3 de octubre de 1998 El País anunciaba que Aznar había ofrecido a ETA públicamente iniciar el “proceso de paz con diálogo y reinserción (…) Quiero decirles que seguiré adoptando las iniciativas que considere más adecuadas para la consecución definitiva de la paz”. No iban a salir únicamente los presos a la calle, sino que los etarras serían también reinsertados.
Los frutos de Lizarra
Hubo actos violentos en Pamplona y Vitoria. No obstante “el Ejecutivo –decían las crónicas inspiradas en Moncloa- está convencido de que la dirección de ETA es ajena a estos actos de violencia”. El puzzle de la felicidad funcionaba. ETA había expresado su satisfacción porque el nuevo Gobierno vasco estaba compuesto por el PNV y EA con apoyo de Batasuna. Lizarra daba sus frutos. Aznar contemplaba el panorama esperanzado.
Compromiso con Pujol
El 24 de septiembre, Aznar había recibido a Pujol, su gran aliado, aunque CiU hubiera instigado por esas fecha la Declaración de Vitoria junto al PNV y el BNG, con el objetivo de configurar un Estado confederal. El País del día siguiente explicaba que “el presidente del Gobierno se comprometió ayer ante (…) su principal socio parlamentario a explorar todas las posibilidades de diálogo para lograr que la tregua de ETA se transforme en un proceso de paz”.
Generosidad
Fue Mayor Oreja -quien le ha visto y quien le ve-, el 21 de septiembre, el que en una entrevista a El Correo se refirió a la reinserción de los 536 presos de ETA. Y es que, como había proclamado Aznar en ABC el 4 de mayo “frente al terrorismo de ETA merecería la pena hacer el esfuerzo de la generosidad si con ello conseguimos la paz”. Aznar meses más tarde decía que no exigiría a ETA “entregar las armas”.
El MLNV
Aznar estaba en todos los detalles. A ETA la llamaba, con exquisitez, Movimiento de Liberacion Nacional Vasco (MLNV). Su Gobierno empezó a estudiar la forma de “sufragar el coste económico de la reinserción”. Ordenó al CESID que tendiera puentes hacia ETA. Reiteró que estaba dispuesto “al perdón y a la generosidad”.
Carecen de vergüenza
El PP pudo hace lo que impide por todos medios que haga Zapatero. Acusa al presidente de las más graves imputaciones. Manipula a las víctimas empleando la demagogia más zafia. Sus terminales mediáticas calientan el ambiente dibujando un porvenir catastrófico en el caso que “ETA no sea derrotada”. Carecen de vergüenza. Se niegan a que Zapatero consiga lo que no pudo conseguir Aznar. Hacen de la mezquindad su guión de campaña. Esperan que, gracias a ETA, caiga Zapatero. Prefieren el poder a la búsqueda de la paz. Hicieron una cosa y predican -entre gritos e insultos- la contraria.
E.S.
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