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    jueves, 9 de marzo de 2006

    FRAGA Y LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD.



















    En la Convención del PP del pasado fin de semana, Manuel Fraga, fundador del partido, dijo en su discurso:

    “En estos días, se ha recordado con gran oportunidad el frustrado golpe de 23 de febrero de 1981, cuando algunas personas, sin duda llenas de buena voluntad, con un gobierno dimitido, intentaron dar un golpe militar de Estado”.

    Algunos compañeros de RedProgresista se hicieron eco inmediatamente de la frase. Yo he preferido esperar un par de días antes de publicar esta nota. Quería contrastar las reacciones en las filas del PP, en la prensa conservadora, en RedLiberal (con una nutrida representación de sus bloggers escribiendo en directo desde la convención), en HispaLibertas, en Libertad Digital. Quería comprobar si esa frase fue algún patinazo conceptual y si alguien acudía al quite para desmentirla. Incluso lo deseaba, de veras. Pero nada. Han callado, seguramente porque otorgan.

    Algunas personas, sin duda llenas de buena voluntad, intentaron dar un golpe militar de Estado”. He tenido que releer la frase varias veces porque no doy crédito. ¿Qué buena voluntad hay en quien entra por la fuerza de las armas en el Congreso de los Diputados y secuestra a los representantes del pueblo, electos democráticamente? ¿Qué buena voluntad hay en quien saca tanques a la calle? ¿Qué buena voluntad hay en quien se plantea derrocar un gobierno democrático y restablecer una dictadura fascista? ¿Qué buena voluntad hay en quien trata de callar la voz de las urnas con los disparos de las pistolas? Y la pregunta que más me inquieta: ¿a qué llaman buena voluntad en el Partido Popular?

    Este es el PP que dice abrazar la Constitución y la enarbola para criticar cualquier propuesta del Gobierno. El Estatuto de Cataluña, por ejemplo. No importa que durante meses se esté llevando adelante un proceso de discusiones, negociaciones, debates, en el que todas las fuerzas políticas (excepto, claro, las que se autoexcluyen) tratan de acordar el mejor texto posible. No importa que el texto haya pasado por la comisión constitucional del Congreso. El PP se enrocó desde el principio en que es anticonstitucional, y siguen en ésas.

    O la ley de matrimonios homosexuales. Una ley que amplía los derechos de una minoría sin afectar para nada al resto de la población. El PP se opuso desde el principio y aún hoy mantiene el recurso presentado ante el Constitucional.

    O el proceso de paz en Euskadi, desde el principio debatido y sometido a los designios del Parlamento y supeditado en todo caso a que ETA dé el primer paso y deje las armas. Para el PP es inaceptable porque, dicen, es rendirse ante los terroristas. Aunque en su día hicieron ofertas más generosas e inequívocas.

    Para ellos, estos y otros ejemplos suponen “romper España” e “ir contra la Constitución”. Pero un golpe de estado, no: es un ejemplo de buena voluntad.

    Insisto: la frase no viene de un militante de a pie o de un espontáneo. Viene del mismísimo fundador del PP. Un senador, nada menos (¿no se le puede retirar su acta de senador por esto?). ¿La reacción del PP? Hacer al ex ministro de Franco un homenaje.

    Lo que más me asusta no es sólo que una frase así no sea contestada (de hecho, fue aplaudida). No es sólo que nadie la corrija pasada la euforia del momento. Lo que más me asusta es que si lo dicen sea porque lo creen. Y si a eso añadimos sus manifiestas intenciones de “mantener la línea dura”, la situación que obtenemos me parece francamente preocupante. Mucho.

    Menudo ejemplo de constitucionalismo, liberalismo y amor por la democracia. Tratan de vender una imagen de partido centrista, moderado, liberal, constitucionalista: pura fachada. En cuanto se descuidan, se les cae la máscara y vemos su verdadero rostro: el de la derechona franquista y nostálgica del pasado. Y es lo que hay, por mucho que quieran convencernos de otra cosa. No hay más.

    Escrito por Ernesto de la Serna

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