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    jueves, 9 de febrero de 2006

    VIÑETAS, POLÉMICAS Y RELIGIONES.



















    Todo este asunto de las viñetas nos ha sorprendido a todos, pero hay que tener en cuenta que la polémica no es solamente por la libertad de expresión. Evidentemente toda religión coarta la libertad de pensamiento, pero eso no la convierte en irracional.

    De hecho, todas las religiones son racionales. Sus seguidores tienen programas, configuran estrategias, planifican acciones, no actúan, en definitiva, de un modo irracional. No hay nada peor que la razón cerrada, esto es, la racionalización.

    Tampoco es la religión musulmana más bárbara que el resto. Eso es demasiado atrevido. Cada religión se ha desarrollado “oficialmente” de un modo diferente y ha tomado vertientes muy distintas, amén de diferentes interpretaciones muchas veces contradictorias entre sí.

    Históricamente la religión cristiana ha tenido instituciones como la Santa Inquisición y ha llamado a tantas Guerras Santas que absurdo sería considerar como menos bárbara a la doctrina de cristo. Pero incluso hoy en día, cuando todos creemos que estamos más “evolucionados” que el resto, hay un señor que subido en su trono democrático afirma actuar llamado por Dios, causando sus acciones infinitamente más muertos que la bárbara religión musulmana.

    Otra cosa es que los hipócritas occidentales nos levantemos en armas cuando nos queman un par de edificios o nos matan poco a poco tras secuestrarnos, y no lo hagamos en cambio cuando día a día hundimos en la miseria, en la ignorancia y en la muerte a cien veces más seres humanos.

    ¿A cuántas personas ha matado esa maquinaria en su incesante y globalizada búsqueda de la felicidad para todo el mundo? ¿A cuántas ha sumido en la pobreza cultural, impidiendo después su mejora, abandonándola a la ignorancia y a la violencia?

    Cuando una persona nace no está determinada para matar o ser violenta. Su comportamiento se “hace” después, dentro de un contexto concreto. Las religiones han tenido su fuerza en un ambiente hostil y de pobreza cultural. Los seguidores se han acumulado siempre en las capas más bajas de la sociedad, aquellas desprovistas de seguridad, objetivos y futuro (y no necesariamente irracionales).

    Nosotros, la “civilización” occidental, hemos hundido todavía más en la inseguridad y en la falta de esperanzas y les hemos configurado un futuro oscuro a toda una población ya de por sí necesitada. En vez de ser su motor, en nuestra prepotencia hemos sido sus explotadores, y nos hemos convertido como consecuencia en su descarga.

    No nos extrañemos luego de que la guerra llega a nuestras casas, aunque sea sólo por un par de viñetas. Sin auto-crítica no hay un futuro mejor.

    Lo que hay que hacer es reconfigurar nuestro pensamiento. Cambiar el chip. La religión sigue siendo el opio del pueblo, pero ya no el único. También lo es la televisión, y el “progreso”.

    Hasta que no cambiemos nuestra forma de pensar, las víctimas serán siempre los inocentes. Ni los jefes de estado occidentales ni los líderes religiosos padecerán jamás las bombas en autobuses o en trenes, ni tampoco los misiles por aire. Perderemos siempre quienes no tenemos culpa.

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